Ayer, paseando por el casco histórico de Lugo y en las inmediaciones de su catedral, pude robarle esta imagen a la realidad.
Al acto de compartir le rodea un cierto halo de magia, de misticismo.
De hecho, el marco de iglesias ó de catedrales, suele venirle siempre como un anillo a su dedo, pero... ¿Porqué será que los que mas comparten, son también siempre los que menos tienen?
Desde mi lado más izquierdo...
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