Con ocasión de un reciente crucero por el Nilo, tuve ocasión de recordar que el arte tiene cabida en todas partes, incluso en las toallas del camarote de un buque, navegando contracorriente.
Cada noche, a nuestro regreso de las distintas excursiones, nos esperaba un animal relacionado, de algún modo, con las actividades de la jornada que despedíamos...
.
.
.
Sirvan estos ejemplos para ilustrar cuanto os cuento:
-. el primer día fuimos recibidos por el conocido corazón que se forma desde el enfrentamiento de dos cisnes...
-. al día siguiente tropezamos, al entrar en el dormitorio, con un acrobático mono colgado de una percha.
-. Y por último: fue un cocodrilo el que nos esperaba a nuestro regreso, tras la visita al templo del dios Cocodrilo.
Vayan mis aplausos hasta las empleadas del servicio de estas motonaves, quienes conseguían iluminar nuestros cada vez más deshumanizados viajes.



No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Los comentarios son bienvenidos!