Siempre tuve una cierta inclinación por conocer las diferentes manifestaciones de la "fiesta", condición hacia la que los españoles, bajo sus mil y una formas, somos adictos. Así fue como conocí las de Valencia (fallas); un buen número de carnavales, de entre los que habré de destacar a los de Cádiz y, allende nuestras fronteras, las de Venecia; otro número no menor de nuestras más aclamadas procesiones en Semana Santa; algunas de las no pocas festividades gastronómicas del norte peninsular; o, sin ir tan lejos, el Corpus de Toledo o las curiosas celebraciones que se viven en mi comarca natal, La Vera de Cáceres (los escobazos, empalaos, el Peropalo...).
Desde que tuve conocimiento de la existencia de "las zambombas", no dejé de buscar la posibilidad de acercarme a cantar villancicos por las abigarradas calles de Jerez de la Frontera (Cádiz), y matizo que se trata de una localidad gaditana, ya que algunos no parecen tenerlo tan claro.
(amigas cantando: tiene María)
Estas celebraciones jerezanas son relativamente recientes, aunque nacieron con una pujanza que no resulta habitual: y es que son unas cinco, nada menos que cinco, las semanas que esta ciudad dedica a promocionar sus villancicos.
De la alegría y la capacidad de convocatoria de estas zambombas ya nos hablaban las redes sociales, como estos archivos que rescaté de youtube o tik tok:
Así, con villancicos tradicionales y otros de nueva creación, los distintos grupos y cuadrillas, se pasan horas cantando, ya sea en cualquiera de los tabancos y terrazas de la localidad, ya en unas más ordenadas "zambombas", que así es como, por el protagonismo de este instrumento, se denominan tales aglomeraciones.
Tal es así que nunca vi, y no resultará fácil verla, tanta capacidad de convocatoria, como tampoco tanta alegría...
Tuve también la suerte de ocupar un lugar destacado en una de esas zambombas, de entre las de mayor prestigio: la de la "hermandad de las tres caídas", de la que aporto estos, mis documentos gráficos...
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En el archivo número "11" puede verse la improvisada petición de mano de un mozo quien estimó que aquél resultaba el momento más oportuno.
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