domingo, 27 de agosto de 2023

Pampaneira

 


La de la fotografía, que habrá de servirnos para ilustrar este episodio de nuestra historia, debe de ser la terraza más pintoresca, a la vez que la más solitaria del mundo...

La encontré recorriendo la localidad de Pampaneira, en las Alpujarras granadinas. Allí, la orografía junto con el clima y la abundancia de agua, configuran unas calles en las que los rincones, los recovecos y los canalillos le otorgan ese aspecto tan diferenciado.

Recordemos que con la conquista de Granada, por parte de los Reyes Católicos (1492), los moriscos fueron expulsados a esta comarca, en la que posteriormente (1567) plantearían una revuelta (La Rebelión de las Alpujarras) contra la pragmática sanción de Felipe II, en la que se limitaban sus libertades culturales.

Tras apagar la revuelta, que alcanzó una destacable crueldad, se decidió la exportación de los supervivientes a otros lugares de la Corona de Castilla, no permitiendo permanecer en la zona a más de dos familias de musulmanes por pueblo. 

La posterior repoblación con individuos procedentes del norte de España (de Galicia, fundamentalmente), pondría fin al levantamiento.

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Más fotos de Pampaneira. Fuente: La Web.

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domingo, 13 de agosto de 2023

Faure: murió feliz

 


Faure fue el sexto presidente de la tercera República Francesa, cargo que ocuparía desde 1895, hasta el momento de su muerte, en 1899. 

Durante su presidencia reforzó la alianza franco-rusa; se conquistó Madagascar, pero, sobre todo, y puestos a destacar momentos: tuvo lugar el caso Dreyfus, uno de los mayores escándalos de la historia del país vecino, que motivó la carta, en portada del diario L'Aurore (13 enero 1898), en la que el literato Emile Zola acusaba al presidente, además de numerosos cargos del poder establecido, por lo que fue una injusta sentencia. 

Hasta la fecha es el único presidente francés que ha muerto en el Palacio del Elíseo, la residencia oficial de los mandatarios del país vecino. También es, junto a Georges Pompidou, uno de los dos que fallecieron durante el curso de su mandato y por causas naturales, aunque, en este caso, tendríamos que matizar lo de naturales... 

¿El motivo por el que hablamos tanto de su muerte?... Sencillamente, porque debió de ser uno de los momentos más placenteros de su vida, ya que falleció de apoplejía, en el transcurso de una felación que le realizaba Marguerite Steinhell, la que entonces era su amante, .  

Tal y como cabe imaginar este último detalle sería aquél por el que es y será recordado, por encima del caso Dreyfus y de cuantas cosas podamos atribuirle, para bien o para mal. Su muerte sirvió para dar pie a numerosos juegos de palabras, como llamar a Marguerite "la pompa fúnebre" (en francés es un juego de palabras que tendría un doble significado: el entierro o la mamada de funeral). 

Clémenceau, posterior jefe de gobierno, a modo de epitafio llegaría a decir sobre Faure: "Deseó ser como César, para acabar como Pompeyo" (en argot, en sentido figurado, el verbo pomper se refiere a la felación).



jueves, 3 de agosto de 2023

Eloisa y Abelardo

 


A estas alturas es posible, aunque poco probable, que alguno de Uds. no escuchase hablar alguna vez de la pareja romántica de moda, allá por el siglo XII.

Abelardo era un reputado profesor de la Universidad de París, hasta el punto de que casi podría decirse, que había bofetadas por asistir a sus clases. ¿Su especialidad?, la filosofía, aunque lo habitual, antaño, era ser humanista y saber un poquito de todo...

Ella: Eloísa era una joven erudita, que asistía a sus clases...

Surgió la chispa y con ella lo que entonces, con toda seguridad, fue una auténtica tragedia: ¡Eloísa quedó embarazada!. A los maestros de entonces se les suponía el celibato, por otra parte, la situación debía resolverse de alguna manera, por lo que se optó por el camino del medio: un matrimonio en el más absoluto secreto...

A Eloísa la enviaron a parir en la intimidad, junto a la hermana de Abelardo, lejos de París.

Sin embargo, al tío y tutor de Eloísa, Fulberto, le empezó a preocupar el hecho de que nadie estaba al tanto de esa boda, lo que, de alguna manera, daría alas a Abelardo. Tanto se enrocó Fulberto en ese obsesivo pensamiento, que acabó contratando a unos sicarios para caparlo o, dicho más finamente, emascularlo.

Ambos, Eloísa y Abelardo, acabaron por no volverse a ver y residiendo, cada uno de ellos, en un convento. Este romance medieval se hizo famoso por la preciosa relación epistolar que mantuvieron y la enormidad de textos de gran calidad retórica.

Eloísa siguió escribiendo y escalando posiciones, llegando a ser abadesa, pese a sus escritos a Abelardo: "Los placeres amorosos que hemos disfrutado no logro expulsarlos de mi recuerdo, incluso durante las solemnidades de la santa misa me asaltan. Lejos de lamentar los errores que he cometido, suspiro por los que ya no puedo cometer".

Finalmente, la pareja acabó compartiendo tumba y constituyendo el mejor reclamo para el cementerio de Père Lachaise, junto con los cenotafios de Molière y La Fontaine.