domingo, 27 de febrero de 2011

23 F



"¿Qué estabas haciendo tú, el 23F?.
¿Adónde te sorprendió el intento de Golpe?.
¿Qué hiciste?."

Fueron preguntas frecuentes en aquellos días de 1.981 y también durante mucho tiempo después; pude oírlas en diferentes entrevistas en los medios de comunicación; las planteamos una y otra vez en nuestras tertulias con los amigos ó con las personas de nuestro entorno, y tal y como me decía uno de ellos la otra noche: "Nadie olvidará nunca lo que estaba haciendo esa tarde...".

Escuché respuestas de lo más variopinto y aunque es cierto que muy condicionadas por la edad, la ideología, la historia previa vivida y la mayor ó mejor información de cuanto aconteció, me permitieron profundizar en algunos de los vericuetos de la personalidad de mi interlocutor: en su implicación e inquietudes políticas, en sus miedos y en su seguridad, en su imprudencia, incluso en su irresponsabilidad...

El 23F me sorprendió en casa, preparando alguno de los numerosos exámenes con los que se amenizaba la licenciatura de medicina. Tras ser informado de lo que se cocía en el Palacio de Congresos decidí llamar a un amigo, animándolo para personarnos juntos en la Carrera de San Jerónimo, en un doble intento: el de colmar nuestra curiosidad con la información que necesitábamos y que brillaba por su ausencia en los medios; y el de manifestar, con nuestra presencia in situ, la oposición y repulsa que sentíamos contra la intentona golpista.

Al llegar allí experimenté un sentimiento complejo: el de un inmenso orgullo personal, por el que consideraba fue un acertado comportamiento individual, aunque orgullo salpicado de tristeza y de decepción por cuanto también soy miembro integrante de una sociedad, de un pueblo con carácter al que eché de menos en aquél momento y lugar. Esa noche, frente al Palacio de Congreso de los Diputados, a duras penas alcanzábamos a ser unas cuantas docenas de españolitos, contando con los diferentes profesionales de la comunicación a los que el deber obligaba en la permanencia.

Unos días más tarde, liberados los Diputados, depuestas las armas y entregados los golpistas, la manifestación a favor de la Libertad, en defensa de la Democracia y la Constitución que recorrió el Paseo del Prado, fue una de las más concurridas de nuestra historia reciente... Según estimaciones convocó a 1,200.000 personas, aproximadamente, pero yo no fui, me pareció que era como pretender lidiar la estela de un toro que ya había pasado.

La libertad es uno de esos valores que merece la pena defender, dicen que hasta el miedo tiene derecho a ser libre. Aquél 23 de febrero del 81, y confieso que no es nada frecuente, el mío debió tomarse el día para asuntos propios. A veces, cuando pienso en ello, creo que se fue dejando colgado el cartel de "cerrado por imprudencia que raya en temeridad".

No obstante, a diferencia de lo que debieron pensar Tejero, Milán o Armada, entre otros, no creo que sea ésta una cuestión que debamos reducir al resumido esquema de "tener o no tener cojones"; tal divergencia no debería desbordar, en lo que a Cortes se refiere, a la anécdota que nos plantean los leones de su escalinata.


LOS LEONES DE LAS CORTES
Es probable que Uds. sepan que los dos leones que adornan el acceso al palacio de la Carrera de San Jerónimo, conocidos popularmente como "Daoiz y Velarde", fueron fundidos en la Maestranza de Sevilla, con el metal de los cañones capturados al enemigo en 1.886, durante la guerra de África.

Lo que seguramente no sabrán, lo creo porque se trata de una anécdota poco conocida, es que sólo uno de los dos felinos tendría "lo que hay que tener", esto es: los atributos propios de su sexo.

Tal curiosidad se justificaría, vayan Uds. a saber si es cierto, en la escasez del metal empleado en el proceso, que obligaría a hacer ciertos sacrificios en las esculturas. Como diría Federico Trillo, quien llegó a ser presidente de esta cámara: "Manda huevos!"...



"Si conseguimos que una generación, una sola, crezca libre en España...
¡Ya nadie podrá arrancarnos nunca la libertad!"
(Don Gregorio, maestro rural, en la película "La lengua de las mariposas")


domingo, 20 de febrero de 2011

Una colmena de gallinas




Ayer volví a ver "La Colmena". Fue emitida en el contexto de un programa que pretendía ser homenaje televisivo a la figura de Mario Camus, director recientemente galardonado con un Goya extraordinario,  una estatuilla a modo de reconocimiento a toda su trayectoria, pero acabé viendo en la película, casi exclusivamente, la inmortal novela de don Camilo José Cela.

Cela escribió en el prólogo a su primera edición: "La Colmena no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad. Un trozo de vida narrado sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos la vida es lo que vive, en nosotros o fuera de nosotros; nosotros no somos más que su vehículo, su excipiente como dicen los boticarios"

Uno no puede evitar pensar que el vehículo en el que paseó la vida de don Camilo era de los que van atropellando cuanto encuentran a su paso; y digo esto porque todos sabemos que llegó a ser tan buen escritor como mal hablado, en el sentido de cultivar los exabruptos y las respuestas inesperadas y escandalosas...

Como persona que ha pasado la mitad de su vida en Asturias: no soy ajeno al que pareció un permanente conflicto entre El Principado y don Camilo José, y que debió originarse en los artículos del escritor que fueron publicados en "Cuadernos del Norte", una revista editada por la Caja de Ahorros de Asturias que en su número 15 (sept-oct de 1.982) celebraba el 40º aniversario de la novela "La familia de Pascual Duarte". Los platos fuertes de esta publicación eran, cómo no, los dos artículos de Cela:
1.- En el primero y en su estilo provocador, afirmaba que empezaba a hartarse de Pascual Duarte y de su familia...
2.- En el segundo, que tituló "El jardín del ábaco", el escritor pone en boca de una ovetense la afirmación: "¿Que la Virgen de Covadonga es pequeñina y galana? ¡Pues que se joda!"

Cuando se supo, que -todo hay que decirlo- se supo casi un año después, se sucedieron las reacciones:
-. El Ayuntamiento de Cangas de Onís lo declaró persona "non grata".
-. El Secretariado de Medios de Comunicación de la Diócesis emitió un comunicado muy severo contra el autor y contra la revista.
-. Alianza Popular presentó una Proposición No de Ley buscando una Declaración de Repulsa hacia el autor de "La familia de Pascual Duarte" por parte de la Junta General del Principado.
-. Se inició la recogida de firmas en diferentes lugares de Oviedo, con idéntica finalidad...

El tiempo fue limando las asperezas que acabaron enfriandose en el limbo de un lógico olvido... Un olvido que permitió que en 1.987 -cuatro años más tarde- el escritor recibiese, entre los aplausos de una multitud congregada en Oviedo para la ocasión, el Premio "Príncipe de Asturias" de Las Letras.


En 1.994 un nuevo artículo, éste publicado en el diario ABC, vuelve a encender las brasas de la polémica. Tras el título "Las vacas gallegas" don Camilo pretendía disertar sobre el problema de la Cuota Láctea que la CEE trataba de imponer a Galicia

Veamos el primer párrafo: 
«Cuando era pequeño creía que las vacas eran parientes nuestros, las vacas, los mirlos, las donosiñas, los perros y los gatos, las vacalouras, los jilgueros, las raposas, los grillos? las gallinas no, las gallinas podrían ser parientes de los asturianos, de los leoneses o de los portugueses, pero nuestros, no, de ninguna manera, las gallinas son estúpidas y asustadizas» 

Una vez más, en una Comunidad en la que ya llovía sobre mojado, no fue necesario rogar las reacciones: la Prensa se llenó de cartas de protesta, los cafés de improperios contra el escritor y, en Mieres, en un Pleno celebrado el día 8 de marzo del mismo año, se acabó declarando... 

"El Pleno del Ayuntamiento de Mieres visto el artículo publicado por Camilo José Cela en el diario "ABC" de fecha 29 de enero de 1994, considera inaceptable y reprobable la conducta de dicho individuo por los insultos dirigidos al pueblo asturiano, declarándole persona non grata en este concejo de Mieres, se abstenga de invitar a participar o presenciar acto alguno en Asturias, al tiempo que por si cualquier contingencia éste se viera obligado a permanecer durante algún tiempo en Asturias se recomienda que se le acomode convenientemente entre sus parientes las vacas, para demostrarle que los asturianos no negamos la hospitalidad a nadie, procurándole con la mayor celeridad su salida del territorio de Asturias. Se acuerda remitir a la Junta General del Principado esta moción con la petición de que dicha Institución haga lo propio".

Tras la muerte de don Camilo José Cela el tiempo, que acaba situando cada cosa en su sitio, hizo lo propio: 
1.- Colocando éstas historias en el terreno de lo anecdótico... 
2.- Y a las obras del escritor: entre las mejores de la Literatura Universal.