domingo, 16 de marzo de 2025

BUDAPEST - El policía gordo

 

Podría decirse que todas las ciudades tienen alguna estatua a la que frotar, pegar o simplemente tocar, con el propósito de invocar a la buena suerte, una suerte que las más de las veces implica al amor, aunque en otras, sería un reclamo para la riqueza. 

También, y en su día, tuvimos ocasión de disertar acerca de la posibilidad de medir el éxito de las mismas, en función de la claridad que en el bronce producirían tales roces.

La de Budapest se halla en la calle Zrinyi, justo enfrente de la basílica de San Esteban. La estatua fue creada por un joven artista: su abuelo había sido policía en época imperial y quiso inmortalizarlo luciendo su atuendo más ceremonial. 

Las elucubraciones más optimistas apuntan hacia el poder de estas dos zonas:
-. Tocándole la nariz y/o el bigote se obtendría una dosis de buena suerte.
-. Y palpándole la tripa se conseguiría no engordar.

Otras versiones nacidas, cuando menos propagadas por los guías de los numerosos free-tours que recorren la ciudad, resultarían un poco más mundanas:
-. La nariz y/o el bigote ayudarían a encontrar "el amor verdadero".
-. Quien le toque la tripa tendría sexo… esa misma noche..!

Y no os cuento, por resultar innecesario, el éxito que alcanza la zona del abdomen del agente, algo que probablemente ya adivináis por su brillo...


1 comentario:

  1. Que decir de esta estatua que todos tocaban.... La verdad la preferencia era la tripita ... porque sera

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