Apearse en la estación de metro de Saint Germain des Prés y comenzar a notar ese cierto tufillo a intelectualidad, es todo uno.
Ya en la calle, la silueta de la basílica se levanta frente a nosotros, pero también frente a la cafetería de Deux Magots, una de las más emblemáticas de la ciudad del Sena, que antaño acogió las tertulias y los cafés de no pocos artistas y pensadores.
Y ya que hablamos de pensadores, comenzaremos señalando que nuestro viaje de hoy tenía el propósito de localizar la tumba de René Descartes, aquél que halló, precisamente en el pensamiento, la explicación de su propia existencia.
Al poco de entrar en el templo sobrecoge la sencillez que reviste tanto a su mobiliario como a su arquitectura. Tras una búsqueda pormenorizada, que no fue fácil, hallamos el rastro de su memoria en un oscuro memorial de mármol, clavado a la pared de una capilla lateral.
Descartes sigue vivo, aún existe, podemos intuirlo desde los recovecos de nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Los comentarios son bienvenidos!