sábado, 24 de julio de 2010

Indianos



El Diccionario de la Real Academia nos ofrece diversas acepciones para el término "Indiano", una de ellas -la más estética- es la siguiente: "Dícese del que volvió rico de América". A finales del siglo XIX más de 300.000 asturianos abandonaban su tierra para cruzar el Atlántico. Aún acertando los académicos en su definición, fueron numerosos los motivos que les empujaron a acometer, a edades cada vez más tempranas, una tal cruzada:

a/ El principal y ya comentado: un intento de emular a algún vecino del pueblo, que en su día regresó triunfante.

b/ La evasión de los deberes militares: las ordenanzas que regulaban el reclutamiento databan de la época de Carlos III; uno de cada cinco mozos era llamado a filas (de ahí que a los reclutas se les siga llamando “quintos”), mediante un sorteo que nunca fue el mejor ejemplo de transparencia ni de rigor, por cuanto recaía siempre en aquellos que, careciendo de fortuna ó recomendaciones, no alcanzaban a poder evitarlo. La duración del servicio militar (entre ocho y doce años) era suficiente aliento para la emigración, aunque las guerras –Filipinas, Cuba, Marruecos- también han de ser tenidas en cuenta a la hora de buscar motivaciones. A principios del siglo XX Asturias constituía la mayor cantera peninsular de prófugos, llegando a alcanzar cifras que duplicaban a las de la media nacional. 

c/ Factores económicos y de población. El medio rural asturiano se repartía –y sigue haciéndolo- en unidades de explotación denominadas “caserías” (una casa, un hórreo o panera, uno o dos huertos, tierras de labor y praderías, un pedazo de monte y una parte de río). Estas pequeñas caserías no podían ser divididas caso de ser arrendadas -lo prohibían las ordenanzas de 1781- aunque tampoco cabría pensar en hacerlo por cuanto las partes resultantes no permitirían la subsistencia de una unidad familiar. De este modo se establecía la figura del heredero único, el primogénito, viéndose sus hermanos empujados a abandonar el nido emigrando, engrosando las filas del clero ó poniéndose al servicio –las más de las veces doméstico- de terceros.

d/ La educación que recibieron desde la infancia. En muchos pueblos se les solía inculcar, a los niños y como si una inexorable marca del destino se tratase, la idea de que al llegar a los quince años debían partir, al lado de algún pariente ó amigo. Este "echarles de casa", que caracterizó la educación rural asturiana, es principal causa a la hora de explicar la existencia de algunas de las colonias de ultramar. Se les decía: "tienes que ir a la escuela y aprender mucho para irte a América".

Sólo una parte de los que marcharon consiguió regresar; por no poder, algunos no pudieron ni llegar, siendo víctimas de los no tan infrecuentes naufragios del momento. A bordo del "Titanic" había un asturiano: Servando Ovies Rodríguez, natural de Avilés y dueño de negocios en Cuba y Nueva York, así como del único automóvil –marca Renault- que viajaba en el trasatlántico, y en el que la ficción situaría el momento álgido del romance entre Di Caprio y Kate Winslet. Servando falleció en el naufragio, siendo enterrado en Hallifax con otras de sus 306 víctimas. Además del “Titanic”, menos conocidos aunque mucho más importantes para la historia que nos ocupa, merecen ser citados los naufragios del “Valbanera” y del “Príncipe de Asturias”, entre otros. 


Al volver estos indianos construyeron auténticos palacetes de estilo colonial, indiscutibles joyas que pueden verse salpicando la geografía del principado, y en los que vivieron como nuevos ricos. Una de estas casas, la “Quinta Guadalupe”, en Colombres, es hoy sede de la Fundación Archivo de Indianos y Museo de la Emigración, dedicado a recordar a quienes un día cruzaron el charco para '"hacer las Américas".

También les debemos los centenares de Centros Regionales Asturianos dispersos por Iberoamérica, que antaño fundaron para su esparcimiento y encuentro, y que aún perduran.



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