La metáfora es una imagen personal que el poeta tiene de la realidad, y Sabina -y fundamentalmente en esta canción- roza las cumbres de las comparaciones tácitas y del sentido figurado.
Todas son personales aunque Sabina, permanentemente a pie de calle y en el escaso tiempo que debe restarle para la introspección, consiguió llenar su infartado cerebro de esa poesía urbana que pareció haber trascendido lo individual, para acabar siendo patrimonio de toda nuestra generación.
Las fotos expuestas en la animación -la que precede a estas palabras- opositan a ser unas metáforas más, en consonancia con las ya consagradas de sus textos animados. En el intento de que lo consiguiesen escogí las que expresaban contrastes tales, que imaginé -más bien fue un deseo- acabarían sedimentando en el ascensor de vuestra melancolía, hasta constituir un poso de fría soledad y desamparo.
Con esta página quise acariciar la poesía de Sabina, asomarme a su universo de princesas urbanas y Magdalenas de burdel; desperezarme en sus noches de ambulancias blancas y jeringuillas en un lavabo, esas muchas, muchísimas noches -quinientas- a las que una pirata, probablemente coja, despojó de la mayoría de sus días.

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