Combarro es uno de los pueblos más bonitos de Galicia. Un remanso de paz que, a golpe de muñeira, se mira en las tranquilas aguas de la ría de Pontevedra y al que esa tarde, como tantas otras tardes, sorprendí dejándose acariciar por las olas.
Para aquellos que no tienen la suerte de conocer aún este pueblito, permítanme decirles que se trata de una de esas visitas obligadas en Galicia, en la que lo más destacado es, sin duda, esa hilera de hórreos que -en primera línea de mar- se reflejan en las habitualmente tranquilas aguas de la ría.
El hórreo adquiere aquí una utilidad diferente a la que tendría en cualquier otro lugar de esta comunidad: deja de ser almacén de granos ó semillas para convertirse en lugar en el que secar el pescado, ó guardar los aperos de los pescadores.
Para aquellos que no tienen la suerte de conocer aún este pueblito, permítanme decirles que se trata de una de esas visitas obligadas en Galicia, en la que lo más destacado es, sin duda, esa hilera de hórreos que -en primera línea de mar- se reflejan en las habitualmente tranquilas aguas de la ría.
El hórreo adquiere aquí una utilidad diferente a la que tendría en cualquier otro lugar de esta comunidad: deja de ser almacén de granos ó semillas para convertirse en lugar en el que secar el pescado, ó guardar los aperos de los pescadores.
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