Madrid huele a verbenas en agosto, a chulapos y a barquillos; a chocolate con churros; a buñuelos y a chotis.
Ya se consagraron estas imágenes cual sello identificativo de tales festejos: de rincones engalanados con multicolores mantones que van de una fachada a la otra, como estos de la calle del Oso, ombligo de la Verbena de San Cayetano, con la que se abre la temporada estival madrileña, cada año, por ser la más madrugadora.
Tras ella vendrán las de San Lorenzo y la de La Paloma, esta última debe a la Zarzuela de Tomás Bretón el haberse consagrado como la más popular y conocida... Quizá por congregar a los bomberos bajo el manto de su advocación, suele acabar apagando los calores del tórrido estío de esta ciudad.
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