Oscar Wilde murió en la indigente habitación de un hotelucho parisino, a la edad de 46 años y de consecuencias de la sífilis que habría venido padeciendo según la versión más oficial, una versión que hoy se encuentra en proceso de reconsideración.
Tras haber sido condenado por su homosexualidad, en el seno de la estricta sociedad anglosajona, tras cumplir por ello dos años de cárcel y trabajos forzados, el escritor dublinés acabó en París, la ciudad en la que murió, por lo que sus restos reposan en el cementerio de Père Lachaise.
En su lecho de muerte, dicen que pidió una copa de champán "para morir como he vivido: por encima de mis posibilidades..."
Hoy la tumba de Oscar Wilde es una de las más visitadas de éste cementerio/museo, junto con las de Jim Morrison, Chopin ó Edith Piaf.
La medida no consiguió más que desplazar el problema hasta la tumba de al lado, la de la Familia Papeil, en cuya piedra comenzaron a encaramarse las jóvenes para conseguir plasmar su beso en un espacio superior, desprovisto y despejado del efecto protector del cristal.
No hace mucho tiempo que a una de estas admiradoras, en su intento, le cayó encima la cruz de la tumba (puede verse volcada en la fotografía), ocasionándole una herida en la pierna por la que hubo se ser atendida en un hospital de las inmediaciones.
EPITAFIO DE OSCAR WILDE
"Tras mi palabra no replicaban, y mi razón destilaba sobre ellos"
(Libro de Job, 29, 22)
Quizá más interesante que su propio Epitafio, el que puede leerse en su Tumba parisina, sea el que el propio Oscar Wilde escribió para su perro:
"Aquí reposan los restos de un ser
que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia,
el valor sin la ferocidad
y todas las virtudes de un hombre, sin sus vicios"
O estas otras frases tan suyas:
"Lo menos frecuente en este mundo es vivir.
La mayoría de la gente existe, eso es todo."
"Sé tu mismo, el resto de los papeles ya están cogidos"
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