Si tienes la suerte de pasar junto a esta tumba, en tu visita al cementerio de Père Lachaise (París), puede que te llame la atención el verla cubierta de patatas, como si de un acto de vandalismo se tratase. Sin embargo no es tal la explicación, sino otra...
Estarías ante la tumba de Antoine de Parmentier (1737-1813) el que podría considerarse, sin atentar demasiado contra la verdad, tampoco contra la justicia por cuantas vidas salvó, como uno de los hombres más importantes de Europa.
En momentos de hambruna en los que la patada había sido desestimada, Parmentier consiguió se aboliesen las leyes que prohibían su cultivo, promoviendo el consumo en todo el continente, incluyendo en España donde, a pesar de ser el país que la trajo de América, la patata acabó consagrándose gracias al apoyo que los ilustrados franceses dieron al cultivo alternativo de estas nuevas especies, para solucionar los problemas del hambre y de la carestía del trigo.
Así fue como antaño la patata remedió las carencias y devolvió la sonrisa a los ciudadanos europeos, quienes por cierto: hoy también sonríen al dispararse fotos al son de una pa-ta-ta...
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