El terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755 (festividad de todos los Santos) se sitúa entre los acontecimientos más importantes de la historia de Europa:
1.- Por ser una "perfecta" sucesión de catástrofes que acabó con la vida de unas 30.000 personas, aproximadamente el 15% de la población de esta ciudad...
2.- Y por suponer la primera vez, por cuanto aconteció y por el momento en que ocurrió, en que se cuestionó abiertamente la intervención divina en este tipo de sucesos.
UNA SUCESIÓN DE DESDICHAS
UNA SUCESIÓN DE DESDICHAS
a/ Todo comenzó a las 09h30 de la mañana, la primera devastación se originó con el choque de las placas tectónicas a 250 kms de la capital de Portugal, en pleno Océano Atlántico, originando un terremoto de no menos de 8,5 grados en la escala Richter, durante 6 minutos.
b/ Una hora y media después un terrible Tsunami llegó hasta la ciudad bajo la forma de una pared vertical de agua que, golpeando violentamente, acabó con la vida de quienes pretendían eludir los temblores desde sus embarcaciones o de aquellos otros que saliendo de los edificios buscaron la seguridad del cielo abierto de sus calles y plazas.
c/ Al tratarse del Día de Todos los Santos, las velas y candelas que, según la tradición, se habían encendido en las casas, fueron el posterior origen de múltiples e incontrolables incendios, alimentados por el viento que se levantaría durante la tarde.
d/ Muchas construcciones se vinieron abajo, algunos palacios y edificios gubernamentales conteniendo valiosísimos documentos y tesoros, pero también iglesias que, por ser hora del culto, se encontraban abarrotadas de fieles... Algo parecido sucedió con las cárceles, permitiendo la fuga de reos a través de las brechas abiertas en sus muros, criminales que no tardarían en saquear la ciudad, violando y asesinando a capricho.
e/ En las semanas posteriores, en algún caso y para conseguir sobrevivir, se llegó incluso al canibalismo.
La desgracia fue tan intensa que el Rey de Portugal, quien ocupaba el Palacio de la Ribeira, sito en la actual Pza. del Comercio de la capital, no quiso volver a vivir bajo un techado, haciéndose construir una "Carpa Real" en la vecina zona de Belem.
Curiosamente puede afirmarse que Lisboa era una ciudad de Dios, con una población rebosante de devoción: los lisboetas tenían vocación de martillo para los herejes, en el sentido más literal de término, puesto que aún encontrándonos en la segunda mitad del siglo XVIII, en su céntrica plaza del Rossío seguían alzándose eventualmente las hogueras de los autos de fe... En este sentido y en el supuesto de que las catástrofes fuesen atribuibles a un castigo divino, Lisboa podría ser, en el mundo y con toda probabilidad, una de las ciudades que menos lo mereciese.
También sorprendió que el buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad (fundamentalmente en el populoso barrio de Alfama) no sufriese daño alguno: los burdeles resistieron pero las iglesias se derrumbaron y con ellas una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso momento... El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea, porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar la naturaleza de este tipo de desastres; hizo a un lado a Dios y contempló, desde una chispa de racionalidad, la posibilidad de un origen natural en las causas...
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