Plaza de Tirso de Molina, Madrid |
En estos días en los que el mes de octubre va cediendo paso a noviembre, de festividades en las que honramos a nuestros difuntos, la estética de Halloween va desplazando nuestras viejas tradiciones, de entre las que quiero recordar una cita anual con la representación de la obra Don Juan Tenorio.
Aunque siguen existiendo dudas a este respecto, podemos atribuir la paternidad del personaje de Don Juan a Tirso de Molina (El burlador de Sevilla y El convidado de piedra), inspirado probablemente en cualquiera de los múltiples antecedentes literarios de la figura arquetípica del golfo, fanfarrón y seductor insatisfecho.
Después de Tirso fueron legión los artistas en general, y escritores en particular que recurrieron a tan sugerente mito, por cuanto me detendré en destacar sólo a algunos de ellos: Molière, Zorrilla, Mozart, Dumas, Byron, Espronceda, Valle Inclán, Baudelaire, Apollinaire, Strauss, Azorín, Jardiel Poncela, Unamuno, Bergman, Saramago...
En todos los casos el protagonista debe fama y reconocimiento a su extraordinaria capacidad de conquista, un don por el que los hombres de estas sociedades tradicionalmente machistas, siempre sentimos cierta admiración, cuando no envidia.
No obstante, de entre todas las particularizaciones conocidas en la forma de ver o interpretar a este personaje, me quedo con la del cantautor francés Georges Brassens, quien en su contestataria rebeldía opinaba que los laureles del mérito no deberían ser para quién seduce a mujeres atractivas ó difíciles, sino para el que coquetea con aquella que, por su fealdad o escaso interés, pasa desapercibida a los ojos de todos los demás. Pero mejor lean, lean la traducción del texto de la canción..:
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