lunes, 27 de mayo de 2019

Una tumba sin corazón...



El compositor polaco Federico Chopin murió en un apartamento de la mítica Place Vandome (París), el 17 de octubre de 1849, consumido por la Tuberculosis, una enfermedad que le había sido diagnosticada pocos meses antes por el famoso Dr. Cruveilhier.

No obstante, su apariencia ya apuntaba maneras: delgado, enjuto, pequeño y pálido, tenía ese aspecto que parecía perseguir a los genios del Romanticismo... Incluso su novia, la escritora Georges Sand, había dicho de él alguna vez: "Chopin tose con una gracia infinita"...

En el cementerio parisino de Père Lachaise reposan los restos del maestro, aunque no su corazón el cual, por deseo expreso del hijo más famoso de Polonia, fue sumergido en alcohol (muy probablemente cognac) y guardado en un frasco que sería enviado a Varsovia.

A los 20 años de edad Chopin había dejado su tierra, a la que ya nunca regresaría... En cualquier caso Polonia no existía como tal, había sido incorporada a los territorios de Rusia, Prusia y Austria y no volvería a ser un país, independiente, hasta muchos años después.

Aunque existen dudas respecto de cuanto escribí sobre el tema, teorías que apuntan hacia otras causas de muerte y posiciones que niegan la pertenencia al compositor de la víscera cardíaca que actualmente se conserva en Varsovia, lo cierto  es que la Iglesia de la Santa Cruz sigue y continuará siendo un lugar de peregrinaje para los devotos del músico, que acuden convencidos de que ahí descansa el corazón del polaco más grande de todos los tiempos.


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