Vivo en un pueblo pequeño, tal y como comenzaba aquella vieja canción de Víctor Manuel... Se trata de un pueblo tranquilo, en el cinturón de la gran urbe madrileña, en el que se respira paz y alcanzan adecuadas cotas de calidad de vida.
No muy lejos de mi casa puede verse el cartel en el que se recuerda que el hecho de no recoger las deposiciones de tu mascota puede suponerte una sanción.
Hasta ahí no hay discrepancias, estamos todos de acuerdo: tenemos que fomentar el civismo y contribuir, entre todos y en el día a día, a que la vida en el municipio siga siendo apacible y ordenada.
Con lo que ya no estoy tan de acuerdo es con la cantidad de 3.000 Euros, un ejemplo del despropósito que alcanzan a suponer las sanciones en nuestro país, desde el que cabe presumir una clara finalidad recaudatoria.
En la fotografía inferior, y con el fin de que Uds. mismos lo juzguen: los 35 euros con los que se sanciona la misma omisión, en algún municipio del país vecino en el que, por recordarlo, los salarios son bastante más elevados que los nuestros...
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