El sol, la brisa fresca, el olor a hierba recién cortada, la quietud de una tarde únicamente quebrada por los acompasados trinos de los pájaros que pasan rozándonos con sus alas... Todas estas cosas podrían llegar a parecernos el fruto de una maravillosa improvisación, y no es tal, sino el resultado de una bien trazada y mejor ensayada coreografía.
En la imagen superior: una hilera perfectamente alineada sobre el letrero de un bar de tapas... Quizá no alcanzasen a ser 100, que no los conté, mas eran muchos los gorriones montados, colocados, equidistantes y mirando al frente, como posando para la ocasión y la foto...
1 comentario:
Yo creo que miraban como alguna zampaba y eso alinea mucho :)))). Me encantan los gorriones
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