El Juílla, en Torremenga de la Vera |
De todos es sabida la existencia de los evangelios apócrifos los cuales, como ya vinieran haciendo los que conocemos como sinópticos (de san Mateo, Marcos, Lucas y Juan), pretenden el relato de los hechos que giraron en torno a la vida y milagros de Jesucristo y sus apóstoles. Lo que diferencia a sinópticos de apócrifos es la oficialidad con la que la iglesia revestiría a los unos, hacia el siglo IV, desdeñando a los demás.
Pero esos otros no sólo existieron, también contaron con predicamento y numerosos seguidores, fundamentalmente en los albores del cristianismo. Así, serían apócrifos evangelios como el de Tomás, María Magdalena o el de Judas Iscariote que nos ocupa hoy, de entre los más antiguos y que desmentiría su traición, convirtiéndola en el desempeño de la elevada misión de facilitar la de Jesús, a través de su entrega: porque sin Pasión, sin muerte y sin resurrección, no habría sido posible la redención.
Según las nuevas teorías Judas habría sido el encargado de que todo sucediese tal cual estaba escrito, desde que Jesús le dijo: "Tú superarás a todos ellos (refiriéndose a los Apóstoles), tú sacrificarás al hombre que me recubre..."
El Juílla, en Torremenga de la Vera |
Sean como fueren las cosas y en tanto en cuanto se esclarecen definitivamente los hechos: cada año, el Domingo de Resurrección y en numerosos pueblos de España, siguen juzgando a Judas y quemándolo por traición...
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