Hablábamos, hace tan sólo unos días, de una extraña procesión de no muertos, en un pueblecito de Pontevedra. Hoy toca viajar a un pueblo italiano, adónde tienen una que, por sus características, no le iría a la zaga.
Hablamos del Festival de las serpientes de Cocullo, la Festa dei Serpari, en la que la estatua del santo patrón (Domenico di Sora) es transportada en procesión, cubierta de multitud de serpientes (sobre todo culebras de cuatro rayas, esculápicas, de collar y verdiamarillas).
Cocullo es, en realidad, una pequeña aldea que no alcanza los trescientos habitantes, un tanto escondida, en la provincia de L’Aquila, dentro de la región de Abruzzo.
Los Serparis son los cuidadores de las serpientes, los encargados de recogerlas en los bosques vecinos, de colocarlas, manteniéndolas sobre el santo y después, de devolverlas al campo.
Parece que la tradición tiene que ver con el ritual romano de Angitia, la diosa de la serpiente. No solo se recuerda lo acontecido en el siglo XIV, en que se le pidió intercesión, al santo, para acabar con una plaga de serpientes, también se rememoran viejas supersticiones paganas que otorgaban a las serpientes poderes curativos. Y aunque se supone que son más efectivas las venenosas, a las de la procesión de Cocullo, prudentemente, les extraen los colmillos.
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