A poco menos de media hora de Paris, en la localidad de Sainte Geneviève des Bois, se encuentra el Cementerio Ruso cuya visita, en sí misma y para quienes como yo gustan de hacer incursiones en el “turismo de cementerios”, se revelará como absolutamente recomendable.
Una recomendación que se fundamenta en sí misma, desde luego, porque no todos los días podemos ver este alineado despliegue de tumbas ortodoxas (5.220 de entre las que destacaría las de algunos descendientes de la familia Romanov, la tumba del primer Nobel ruso de Literatura y así, hasta mil personalidades de interés histórico).
Pero lo que de verdad hace único al cementerio de Sainte Geneviève des Bois es el hecho de contener la tumba de Rudolph Nureyev, según muchos “el alma de la danza”, el bailarín más importante de todos los tiempos.
Nureyev había nacido en el vagón de un tren, en la antigua URSS.... En 1961 coincidiendo con un tour de su compañía de ballet por Europa, cosechó un fulgurante éxito en Paris, ciudad en la que solicitó asilo político y desarrollaría su brillante carrera profesional... Murió en 1993 con 54 años de edad, en un hospital de Levallois-Perret y víctima del SIDA, la Pandemia del momento...
Lo que cubre al féretro no es una alfombra, sino una costosa y elaborada lápida de pequeños mosaicos, que le confieren una inusual belleza, si se me permite usar este calificativo en referencia a una tumba.
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