Contemplando esta foto, que muestra uno de los múltiples bares que pueden verse en la antigua ciudad romana de Ostia, no muy lejos de Roma, podríamos reiterar aquella frase, por otra parte tan manida, del "no hemos inventado nada", que nos viene a la boca cada una de las veces que los clásicos consiguen sorprendernos...
Y es que apenas parecen haber pasado los años por el alma de unos establecimientos que conservaron, inalterada y hasta nuestros días, la que bien podría ser su esencia estructural primaria.
En la Taberna del Pez Volador se siguen distinguiendo: la barra, unas mesas, un horno, amén de superfluos adornos como los dibujos del parterre y otros detalles...
Por esto no resultará descabellado pensar que ya entonces, en la antigua Roma, mientras los ciudadanos se tomaban sus "chatitos" de vino, se escucharan expresiones como esta:
Y es que apenas parecen haber pasado los años por el alma de unos establecimientos que conservaron, inalterada y hasta nuestros días, la que bien podría ser su esencia estructural primaria.
En la Taberna del Pez Volador se siguen distinguiendo: la barra, unas mesas, un horno, amén de superfluos adornos como los dibujos del parterre y otros detalles...
Por esto no resultará descabellado pensar que ya entonces, en la antigua Roma, mientras los ciudadanos se tomaban sus "chatitos" de vino, se escucharan expresiones como esta:
"Loca quos vectes tabulata contineant sunt prodigiosus"
Que viene a ser lo que en nuestros días queremos expresar cuando exclamamos:
"Bares, qué lugares!"
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