sábado, 14 de octubre de 2017

El nudo en el pañuelo


Quiero que algo de mí perdure
después de mi muerte...
Ana Frank

El Memorial al holocausto judío es tan extraño como sobrecogedor... Son 2711 estelas, bloques de hormigón diferentes en altura, inclinación o entre si, que invaden, en pleno centro de Berlín, una superficie de 19.000 metros cuadrados.

Peter Eisenman, que ganó el concurso convocado para rellenar una zona muerta de la ciudad que -con anterioridad- había albergado la vivienda del Joseph Goebbels y la Cancillería de Hitler, pretendía, con este monumento funerario ordenado, anónimo y carente de simbolismos, crear en el visitante una atmósfera incómoda y confusa...


Anónimo, aunque en la planta inferior puede visitarse un Punto de Información que recoge el nombre de todas las víctimas conocidas de este genocidio

Si se visitan con tiempo húmedo, como hice hoy, impresiona sobremanera ver resbalar lágrimas de lluvia sobre la superficie de estos tan silenciosos como tristes megalitos...


Lo que se ha hecho no se puede deshacer,
pero se puede evitar que ocurra de nuevo
(Ana Frank)

Al fin y al cabo Berlín no es una ciudad al uso, es como una maraña de nudos en nuestro pañuelo colectivo... Sus múltiples memoriales, que iremos viendo en los posts sucesivos, constituyen un conjunto de estímulos para el recuerdo más amargo...

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