Cual símbolo de la ciudad, el dios Neptuno se alza en una de sus principales plazas, algo que no resultará fácil de entender para foráneos, sobre todo si recordamos que estamos hablando de la más marina de las deidades, al tiempo que Bolonia está muy centrada en el mapa de Italia, alejada de cualquier litoral.
La obra fue promovida por el Cardenal Legado Carlos Borromeo, quien pretendió simbolizar el auspicioso gobierno del papa recientemente electo, Pío IV.
Y puesto que los italianos son tan dados a crear leyendas en torno a sus obras, aseguraban que, si en los previos de un examen importante, el estudiante giraba dos veces en contra de las agujas del reloj, alrededor de la fuente, conseguiría tener la suerte de su parte, durante la prueba.
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En su época, las señoras de Bolonia se turbaban al ver los atributos del Neptuno, por lo que la iglesia hubo de ponerle unos pantalones de bronce a la escultura.
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De todos modos, todo en la fuente tiene un fuerte carácter erótico; las ninfas de las esquinas, sirvan de ejemplo, rocían chorros de agua por sus pezones.
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