En una de las calles que configuran el perímetro del cementerio de Montparnasse, el visitante curioso podrá toparse con esta tumba, en la que yacen los restos de dos de los mayores exponentes del movimiento existencialista francés. Hablamos de Jean Paul Sartre y de Simone de Beauvoir, la que fue su pareja desde el individualismo, la libertad y el sentido de la responsabilidad personal que preconizaba la corriente filosófica de la que ambos bebían.
"Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él"
"Únicamente nos queda un día, un día que siempre se repite,
se nos da al amanecer y se nos quita al atardecer..."
(Sartre)
Ambos fueron escritores y filósofos, de entre los más reconocidos del siglo XX francés y hasta el punto de que Jean Paul Sartre resultaría seleccionado como Nobel de Literatura en 1964, premio que rechazó explicando que tenía por regla negar todo reconocimiento o distinción, pues los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones establecidas por un sistema...
Ambos fueron también destacados militantes en movimientos políticos y sociales de izquierdas, como el comunismo, o el feminismo por el que recordamos a Simone de Beauvoir desde algunas de sus frases:
"No se nace mujer, se llega a serlo"
"Yo soy mi propia heroína"
"El problema de la mujer siempre fue un problema de hombres"
"El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente"
(Simone de Beauvoir)
Ante esta tumba uno no puede dejar de pensar que lo más triste del existencialismo, de una corriente que ya intuimos lo suficientemente embadurnada de pesimismo, quizá sea la imagen de la última morada de esta pareja que, aunque inmortal, también dejó de existir...
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