No ha mucho tiempo que pasaran dos años desde los asesinatos ocurridos en el atentado de Ba-ta-clan, en París... Tampoco hace muchos días que pasé por allí y sentí algo así como la necesidad de filosofar respecto de un: "pero la vida sigue...", porque muy a pesar de las 82 personas que aquella noche perdieran la vida en esta sala, que se supuso de fiestas, todo parecía haberse confabulado para cubrir de un "gris olvido" aquellos tan dramáticos momentos.
La normalidad de la calle con sus semáforos y un denso tráfico; el local abierto, lleno de una clientela inmersa en sus conversaciones; unos pocos peatones paseando por las aceras, en el plomizo día que parece norma en esta ciudad empeñada en apellidarse Luz... todas estas cosas se trenzaban en torno a una muestra de absoluta normalidad...
Tan sólo una humilde placa en el acceso a la puerta lateral, un muy discreto memorial para la suma de tan trágicos recuerdos, los últimos momentos de quienes buscando un poco de diversión se toparían con el diablo de frente.
Descansen en paz...
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