Con idéntico afán con el que cada época de la historia trata de borrar sus adelantadas antítesis, durante los primeros años del Régimen del General Franco se destruyeron cuantos vestigios de la segunda República quedaron por las distintas ciudades y pueblos de nuestra piel de toro.
Esto fue, por ejemplo, lo que ocurrió con las numerosas fuentes, que con afán de servicio público y en un intento de acercar la salubridad del agua potable a todo el mundo, se habían construido en un buen número de las plazoletas y calles del viejo Madrid, hasta el punto de que no faltaran las malas lenguas que aseguraron que la República sólo sabía hacer fuentes. La de la calle Cabestreros, por ser tapiada y ocultada por sus vecinos, llegó a ser indultada en el recuerdo, siendo hoy la única que se conserva.
Por cuanto venimos diciendo es fácil deducir que no queden muchos testimonios del paso de la República por nuestra historia: por ser demasiado breve, además de seguido y perseguido por el enconado afán de una dictadura, de enterrarlo en el olvido.
Por citar algunos de los más evidentes tendríamos que hablar de las ruinas de las Escuelas Pías, que son hoy sede de la Universidad a Distancia, en la plaza de Agustín Lara del barrio de Lavapiés; al igual que un buen número de edificios católicos, fueron incendiadas en los días inmediatamente posteriores al alzamiento... También constituyen excelente testimonio las paredes y verjas que rodean al parque de El Retiro, por ser lugar en el que todo el mundo pretendía conseguir leña, cuando no alimentos (pajaritos, tórtolas, etc...) con los que aliviar las muchas carencias generadas por el asedio...
Y algunos escudos, como éste de grandes proporciones que podemos ver en el frontal de la Estación de Atocha. Su corona, constituida por almenas, es simbolo republicano que con toda probabilidad pasaría desapercibido, por su parecido con la de la monarquía.
Esto fue, por ejemplo, lo que ocurrió con las numerosas fuentes, que con afán de servicio público y en un intento de acercar la salubridad del agua potable a todo el mundo, se habían construido en un buen número de las plazoletas y calles del viejo Madrid, hasta el punto de que no faltaran las malas lenguas que aseguraron que la República sólo sabía hacer fuentes. La de la calle Cabestreros, por ser tapiada y ocultada por sus vecinos, llegó a ser indultada en el recuerdo, siendo hoy la única que se conserva.
Por cuanto venimos diciendo es fácil deducir que no queden muchos testimonios del paso de la República por nuestra historia: por ser demasiado breve, además de seguido y perseguido por el enconado afán de una dictadura, de enterrarlo en el olvido.
Por citar algunos de los más evidentes tendríamos que hablar de las ruinas de las Escuelas Pías, que son hoy sede de la Universidad a Distancia, en la plaza de Agustín Lara del barrio de Lavapiés; al igual que un buen número de edificios católicos, fueron incendiadas en los días inmediatamente posteriores al alzamiento... También constituyen excelente testimonio las paredes y verjas que rodean al parque de El Retiro, por ser lugar en el que todo el mundo pretendía conseguir leña, cuando no alimentos (pajaritos, tórtolas, etc...) con los que aliviar las muchas carencias generadas por el asedio...
Y algunos escudos, como éste de grandes proporciones que podemos ver en el frontal de la Estación de Atocha. Su corona, constituida por almenas, es simbolo republicano que con toda probabilidad pasaría desapercibido, por su parecido con la de la monarquía.
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