Diez Multinacionales controlan casi todo lo que consumimos |
Como consolidado experto en temas relacionados con nuestra sociedad, que no por la consecución de ningún reputado máster, sino por vivirla -como Usted- por estudiarla, analizarla y soportarla cada minuto de los muchos que configuran todos y cada uno de mis días: de un tiempo a esta parte me estoy inclinando a pensar que la solución a nuestros incrementados males pasaría por asumir el protagonismo de los dos puntos que me dispongo a desarrollar a continuación.
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Son aspectos por los que, sorprendentemente y a pesar de la importancia que les otorga mi consideración, no se hizo ni está haciendo nada, o muy poco; algo que no sé si traducir como un craso error en la base de mi línea de interpretación ó como absoluta desidia de aquellos a los que se les supone la responsabilidad de mejorar nuestro modelo de convivencia.
1.- El primero de ellos sería el CONTROL, algo que nunca hemos cuidado, a tenor de cuanto vimos a lo largo de los últimos años.
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Una sociedad sin control es un jolgorio que acaba irremediable y económicamente desencajado, conformando un atentado permanente contra los principios de igualdad y solidaridad sobre los que ha de descansar la convivencia: algo lógico puesto que para poder ayudar a nuestros conciudadanos más desafortunados hemos de creer que realmente lo son, más nunca sospechar que se trata de pícaros mentirosos como a veces viene sucediendo, incrementadose este hecho en el contexto de una cierta campaña institucional, de criminalización generalizada.
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Una sociedad sin control es un jolgorio que acaba irremediable y económicamente desencajado, conformando un atentado permanente contra los principios de igualdad y solidaridad sobre los que ha de descansar la convivencia: algo lógico puesto que para poder ayudar a nuestros conciudadanos más desafortunados hemos de creer que realmente lo son, más nunca sospechar que se trata de pícaros mentirosos como a veces viene sucediendo, incrementadose este hecho en el contexto de una cierta campaña institucional, de criminalización generalizada.
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Tenemos numerosos ejemplos de nuestro tradicionalmente escaso e inadecuado sentido de la inspección: el dinero negro que ha circulado; las ingentes cantidades de empleos e ingresos no declarados; el "si quiere que le haga factura le tengo que cobrar el IVA"; el fraude fiscal en sus muchas otras formas de presentación; quienes cobraron el paro trabajando; los que percibieron becas sin merecerlas realmente; los falsos EREs; las incapacidades laborales injustificadas; la corrupción política a todos los niveles; la mala gestión de nuestros mal llamados gestores...
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Nuestro país apenas ejerció ningún control eficaz sobre estas u otras cuestiones relacionadas, limitándose a intensificar la mordida de su apetito sobre los que resultaban más desprotegidos fiscalmente, los de siempre, aquellos que por disponer de una nómina no podían evitarlo ni desviar nada.
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No deja de ser una curiosidad la tendencia que nuestra piel de toro posee para duplicar con su desempleo a la media del de la C.E.E... Incluso en los momentos más álgidos de nuestro impulso especulativo disponíamos de unas cifras de parados que -por abultadas- resultaban poco creíbles.
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Los españoles son escépticos ahora y no les falta razón: muchos de nosotros y casi por principio, ya no atendemos al grito de la llamada de la Caridad al haber sabido de anteriores fraudes relacionados con ella. Basándonos en todo aquello que constituyó nuestra experiencia, no confiamos en las reglas de equidad sobre las que habría de diseñarse el futuro de nuestra convivencia social.
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Los más recientes acontecimientos NO nos dan nuevas razones para desarticular nuestra cautela: el caso Urdangarín; los falsos EREs andaluces; las dimisiones que los consejeros extremeños han presentado -en masa- esta semana y por notorias cuestiones de incompatibilidad; los excelentes empleos que los familiares de altos cargos del PP han encontrado en los últimos meses; los 10.000 millones de recortes en Sanidad y Educación que finalmente se usarán para sanear a la banca; la consiguiente y brusca bajada del precio de las viviendas que habrá de servir para enriquecer a los de siempre, a costa de volver a articular nuestras posibilidades de crecimiento en torno a una nueva era de especulación con el ladrillo de antes...
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No deja de ser una curiosidad la tendencia que nuestra piel de toro posee para duplicar con su desempleo a la media del de la C.E.E... Incluso en los momentos más álgidos de nuestro impulso especulativo disponíamos de unas cifras de parados que -por abultadas- resultaban poco creíbles.
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Los españoles son escépticos ahora y no les falta razón: muchos de nosotros y casi por principio, ya no atendemos al grito de la llamada de la Caridad al haber sabido de anteriores fraudes relacionados con ella. Basándonos en todo aquello que constituyó nuestra experiencia, no confiamos en las reglas de equidad sobre las que habría de diseñarse el futuro de nuestra convivencia social.
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Los más recientes acontecimientos NO nos dan nuevas razones para desarticular nuestra cautela: el caso Urdangarín; los falsos EREs andaluces; las dimisiones que los consejeros extremeños han presentado -en masa- esta semana y por notorias cuestiones de incompatibilidad; los excelentes empleos que los familiares de altos cargos del PP han encontrado en los últimos meses; los 10.000 millones de recortes en Sanidad y Educación que finalmente se usarán para sanear a la banca; la consiguiente y brusca bajada del precio de las viviendas que habrá de servir para enriquecer a los de siempre, a costa de volver a articular nuestras posibilidades de crecimiento en torno a una nueva era de especulación con el ladrillo de antes...
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2.- El segundo aspecto sobre el que habríamos de trabajar sería muy importante también, es el referido a nuestra UNIÓN.
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En un mundo en el que el protagonismo de la política ha sido desplazado por el poder de las finanzas, los dirigentes no alcanzan a ser mucho más que marionetas en manos de bancos, agencias de calificación y multinacionales de todo pelo. El dinero lo compra y mueve todo, hasta los votos, pasando en su circulación por nuestras manos de consumidores cuya voluntad común habría de situarse, si así lo deseásemos, en la cúspide de esta pirámide.
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Alguna vez alcancé a leer convocatorias para aglutinarnos en torno a nuestro poder de clientes, las más de las veces eran mails surgidos desde la iniciativa particular... Alguno hubo más elaborado por recibir el apoyo que supuso el eco de los foros, como aquél "Stopbanque" de Eric Cantoná, que en su momento recogíamos en este blog.
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Reconozcámoslo: como consumidores asociados, unidos y dirigidos en una misma y única dirección, aún nos queda todo por hacer. Pero el día que dejemos de hacer piña alrededor de trasnochados políticos que sólo alcanzan a cuidar de sus motivaciones, en el momento que sepamos organizarnos en partidos cuyo nexo de unión NO sean los colores de unos decadentes ideales, sino nuestros intereses y fortaleza como consumidores, como poderoso eslabón de un sistema económico: ese día habremos comenzado a reconquistar nuestras libertades, a recuperar nuestro orgullo y dar brillo a nuestra dignidad.
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Internet y las redes sociales ya suponen los medios, nos corresponde a nosotros volcar el empeño.
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"La unión nos hace fuertes, como débiles la desunión"
(Esopo)
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Lo miremos como lo miremos, ahí y sólo en ella radicaría el sustrato de nuestra fuerza. Sin formar equipo no somos ni conseguiremos nunca nada socialmente, más que la posibilidad de incrementar nuestro estatus de víctimas de un sistema que acabará devorándose a sí mismo..
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"Divide et vince" (Divide y vencerás)
(Julio César)
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Nuestros dirigentes, mucho más hábiles y entrenados en la labor de gobernar que nosotros en la de ser sus súbditos, saben de la importancia de dividirnos para controlar mejor a quienes no conocen o minusvaloran el poder de un arma tan poderosa como la unión..
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En un mundo en el que el protagonismo de la política ha sido desplazado por el poder de las finanzas, los dirigentes no alcanzan a ser mucho más que marionetas en manos de bancos, agencias de calificación y multinacionales de todo pelo. El dinero lo compra y mueve todo, hasta los votos, pasando en su circulación por nuestras manos de consumidores cuya voluntad común habría de situarse, si así lo deseásemos, en la cúspide de esta pirámide.
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Alguna vez alcancé a leer convocatorias para aglutinarnos en torno a nuestro poder de clientes, las más de las veces eran mails surgidos desde la iniciativa particular... Alguno hubo más elaborado por recibir el apoyo que supuso el eco de los foros, como aquél "Stopbanque" de Eric Cantoná, que en su momento recogíamos en este blog.
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Reconozcámoslo: como consumidores asociados, unidos y dirigidos en una misma y única dirección, aún nos queda todo por hacer. Pero el día que dejemos de hacer piña alrededor de trasnochados políticos que sólo alcanzan a cuidar de sus motivaciones, en el momento que sepamos organizarnos en partidos cuyo nexo de unión NO sean los colores de unos decadentes ideales, sino nuestros intereses y fortaleza como consumidores, como poderoso eslabón de un sistema económico: ese día habremos comenzado a reconquistar nuestras libertades, a recuperar nuestro orgullo y dar brillo a nuestra dignidad.
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Internet y las redes sociales ya suponen los medios, nos corresponde a nosotros volcar el empeño.
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