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La fotografía ilustra el estado en el que quedaron unas pancartas electorales, semanas después de las elecciones del 22 de mayo de 2.011, invitando a plantearnos la legitimidad de usarla en el contexto de ilustrar el destino que aguarda a una buena parte de las promesas que lanzaron los políticos, cuyos rostros ya no alcanzamos ni a poder adivinar, entre los jirones que el tiempo ó las manos de algún militante de la oposición -vaya Ud. a saber- nos dejó colgando de la calle...
La pregunta ya no es si los españoles tenemos los políticos que nos merecemos, deberíamos dejar de planteárnosla... La duda es si ellos, nuestros dirigentes, nos merecen a nosotros.
Porque el nuestro es un país de listillos adscritos al culto del braguetazo, fervientes amigos del amiguismo y pacientes del don de la oportunidad de estar en el momento preciso y en el lugar conveniente... Seres condicionados por la obsesiva tendencia a no entender el bien común más que en el momento de repartir aquellos fondos para los que nunca entendieron la necesidad o responsabilidad de contribuir... Engominados señoritos que descienden de un esqueje de la pierna derecha del Cid y que gustan de pisar cuello y derechos de desdentados esclavos cuyos anhelos nunca alcanzarán más altura que el vuelo de sus milanas...
Mas atesorando tantas y tan buenas virtudes la realidad de los españolitos es que, aún habiendo elevado la picaresca a subgénero literario de nuestro Siglo de Oro, no somos tan mala gente... En un alarde de síntesis se podría decir que, a lo ancho de nuestra historia, todos nuestros problemas se resumen en uno sólo: la escasa excelencia de los dirigentes que nos fueron impuestos por las dictaduras ó los absolutismos, y la mucho menor calidad de aquellos que entronamos, en las no más de cuatro ocasiones en las que se nos dió -que casi nunca nos tomamos- el derecho de elegirlos nosotros mismos...
Quizá fuese esa envidia que pasa por ser el más hispano de los pecados capitales, la que impidió que el liderazgo fuese a parar a manos de nuestros compatriotas más y mejor preparados, cediéndoselo a mediocres barriobajeros que no tuvieron nada que aportar y poco que enseñar a los que aún menos pudimos emularles; cabecillas de tres al cuarto que vivieron de las rentas, de resultas de fundir las riquezas que nos proporcionaron las escasas excepciones históricas a esta fatídica regla.
En estos días no pocos representantes municipales ó autonómicos, imputados por delitos de corrupción, tomaron posesión del poder que irresponsablemente les hemos revalidado en las urnas. Otros hubo a los que también dimos espaldarazo electoral y que habían sido indirectamente relacionados con delitos de terrorismo... ¡Dios, cúanto nos dura ésta transición!
"En épocas de mentiras, contar la verdad es un acto revolucionario"
(George Orwell)
1 comentario:
Magnífico post!! Hace años que me hubiera gustado expresar lo que tu has hecho de una manera tan magistral! Hace años que siento esa frustración por ver que estamos rodeados de mediocres... que aplastan a gente trabajadora, a gente mejor preparada que ellos, no solo en el trabajo que realizan si no en su integridad como personas. Hace años que me hubiera gustado expresar lo que siento como lo has hecho tu!!!!
Has hecho que me emocione, como tantas otras veces!
Un fiel admiradora!
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