No hace mucho que abordábamos el origen de la letra eñe, concluyendo que el idioma -escrito o hablado- es consecuencia de una permanente interacción con el sujeto, que lo modula en función del momento histórico, las tendencias, sus convicciones, etc...
Del mismo modo el idioma acabará transformando al individuo en incuestionable reciprocidad: porque no se ha de olvidar que el fin último de una herramienta es el de cambiar la vida a quien la concibió o utilizó.
El del porqué de las palabras y de sus usos es un asunto que siempre me apasionó, despertandome el interés y suscitando la inquietud de mi curiosidad.
A continuación un ejemplo que justificará mi afición por el tema...
Uno de los aspectos del castellano que siempre ha llamado más mi atención es el hecho de constituir, de entre los idiomas de su entorno (francés, inglés, alemán...) el único que distingue los verbos "ser" y "estar". Los demás tienen un único verbo para expresar ambos conceptos. Veámoslo:
1.- en francés: être
2.- en inglés: to be
3.- en alemán: sein...
... significan indistintamente "ser" o "estar", según el contexto y sentido de la frase que los contiene.
Este matiz -que representa una de las principales dificultades para el aprendizaje de nuestra lengua por parte de los extranjeros- se justifica en, aunque también justifique que, por cuanto podemos deducir del estudio de nuestra historia, los españoles tuviésemos siempre una mayor inclinación a la metafísica, la mística y espiritualidad.
¿Será necesario recordar que fuimos el garante, la defensa del Catoliscismo contra el avance de las Reformas Religiosas del siglo XVI?... ¿Que nuestra Inquisición supuso un fenómeno histórico prolongándose 150 años más allá de su abolición en los demás países de Europa?... ¿Que fuimos los únicos que colonizaron con un sentido de Misión Trascendental de Evangelización, que no de exterminio de las razas autóctonas?...
Si quedase alguna duda pregúntenle, pregúntenle a los Místicos (Juan de la Cruz, Teresa de Jesús...). Aunque asegúrense -antes- que no tengan colgado en su acceso, el cartel de "Vivo sin vivir en mí..." con el que manifestaban sus ausencias...
Del mismo modo el idioma acabará transformando al individuo en incuestionable reciprocidad: porque no se ha de olvidar que el fin último de una herramienta es el de cambiar la vida a quien la concibió o utilizó.
El del porqué de las palabras y de sus usos es un asunto que siempre me apasionó, despertandome el interés y suscitando la inquietud de mi curiosidad.
A continuación un ejemplo que justificará mi afición por el tema...
Uno de los aspectos del castellano que siempre ha llamado más mi atención es el hecho de constituir, de entre los idiomas de su entorno (francés, inglés, alemán...) el único que distingue los verbos "ser" y "estar". Los demás tienen un único verbo para expresar ambos conceptos. Veámoslo:
1.- en francés: être
2.- en inglés: to be
3.- en alemán: sein...
... significan indistintamente "ser" o "estar", según el contexto y sentido de la frase que los contiene.
Este matiz -que representa una de las principales dificultades para el aprendizaje de nuestra lengua por parte de los extranjeros- se justifica en, aunque también justifique que, por cuanto podemos deducir del estudio de nuestra historia, los españoles tuviésemos siempre una mayor inclinación a la metafísica, la mística y espiritualidad.
¿Será necesario recordar que fuimos el garante, la defensa del Catoliscismo contra el avance de las Reformas Religiosas del siglo XVI?... ¿Que nuestra Inquisición supuso un fenómeno histórico prolongándose 150 años más allá de su abolición en los demás países de Europa?... ¿Que fuimos los únicos que colonizaron con un sentido de Misión Trascendental de Evangelización, que no de exterminio de las razas autóctonas?...
Si quedase alguna duda pregúntenle, pregúntenle a los Místicos (Juan de la Cruz, Teresa de Jesús...). Aunque asegúrense -antes- que no tengan colgado en su acceso, el cartel de "Vivo sin vivir en mí..." con el que manifestaban sus ausencias...
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