Intento alimentar este blog, que ya roza las 1.000 entradas, con anécdotas y datos de todo tipo pero que nos sorprendan, o que cuando menos nos parezcan curiosos/as. Hoy comenzaré hablando de la brújula, para continuar haciéndolo de su principal utilidad: la orientación.
La brújula tuvo sus comienzos en China, allá por el siglo II a.C., primero y principalmente como instrumento de adivinación,
aunque hacia el siglo IX acabaría convirtiéndose en una herramienta clave para
la navegación.
Inicialmente, para su fabricación se usaban piedras
imantadas, como la magnetita, piedras capaces de atraer metales y de alinearse, al ser suspendidas, con el campo magnético de la Tierra.
Y es que ya fuese por mar, tierra o aire,
el hombre siempre necesitó orientarse en sus desplazamientos, en sus vidas y sus rituales...
La fotografía fue tomada en una habitación del hotel de la bulliciosa ciudad de El Cairo. Por poco curiosos que seáis, os preguntaréis de qué se trata... ¿Me equivoco?… Esta señal, ubicada en el techo, pretende orientar al cliente, cuando es musulmán, respecto de la dirección en la que ha de orar: aquella en la que se encuentra La Meca.