domingo, 12 de junio de 2016

A sus pies...



Lo realmente maravilloso de los viajes es cuanto suponen de leña para la hoguera de nuestra capacidad de sorpresa... Me topé con el leño del que hoy os hablo visitando la Basílica de San Denís: la necrópolis real, el lugar en el que reposan los restos de los reyes de Francia.

Durante la visita resultó singularmente curioso el constatar como, a los pies de las estatuas yacentes de numerosos reyes, podían verse esculpidos diferentes animales... Ni que deciros tengo que pronto inicié las pesquisas para conocer el porqué de esta cuestión.


Descubrí que esta costumbre se estrenó a partir del siglo XII, en un mero simbolismo que alcanza distinto significado, en función de cada animal y de sus cualidades.

La asociación del león con los reyes, al ser considerado éste como el rey de los animales, es natural y lógica... Por diferenciarse clara y morfológicamente de su hembra, a través de su melena, suele colocarse casi siempre a los pies de yacentes masculinos.



Por el contrario el perro se sitúa a los pies de las mujeres, a veces de los niños: por simbolizar la fidelidad, en este caso al soberano y hacia el reino... A mayores, al perro también se le considera un guía, necesario para adentrarse en el reino de los muertos.

El dragón representa el mal... Cuando puede verse a los pies de una estatua, como en el caso de María de Brienne, recuerda la victoria sobre el mal.

El puerco-espín recuerda a una dinastía concreta de reyes, la de los Valois-Orléans, que adoptó el simbolismo de este animal para intimidar a sus enemigos, junto con la frase: "Qui s'y frotte s'y pique" (recordando que este animal puede hacer daño a quienes se le acercan)...

Nos quedaría el hurón, que específicamente puede verse a los pies de la tumba de Philippe de Orléans, y que tan sólo pretende recordarnos que este rey fue un excelente cazador.


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