Admito sentir una cierta tendencia a dejarme llevar por la seducción de los datos más curiosos; ya desde mi menos tierna infancia mostré la asiduidad de coleccionar las ediciones anuales del Libro Guinness de los Récords, en las que me recreaba leyendo acerca del hombre más alto del mundo, el restaurante más antiguo y mil y un otros detalles más...
En estos días tuve ocasión de conocer la que sería la casa más estrecha de Europa: se encuentra en la plaza Lope de Vega (nº 6), en un céntrico barrio de Valencia.
Con sus 107 centímetros de fachada alcanza también a ser la segunda más estrecha del mundo, tras aquella que en Brasil se conoce como "La Casa del Metro".
La lógica claustrofobia que produce tal delgadez nos lleva a entender que la niña que la residió antaño hubiera de vestirse en la calle el día de su primera comunión, o cada vez que tocó equiparse para las fallas, por no poder cruzar sus espacios con tales ropajes.
Antaño fue vivienda con negocio, en sus bajos se encontraba la joyería de su padre, aunque también llegó a ser quiosco de prensa y revistas o chucherías, hasta llegar a integrarse en la actualidad de un bar...
No hace muchos años que los pisos superiores se alquilaran a prostitutas y personas que mantenían relaciones extramatrimoniales, por lo que cabe pensar, no sin cierta guasa, que en el fondo no fue tan "estrecha"...
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