sábado, 12 de marzo de 2011

Don Frenando

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El dia 7 de marzo, a muy pocos días de la adopción de la medida y con un escaso márgen de preparación previa a su implantación, entraba en vigor la reducción de la velocidad en nuestras autovías, desde los 120 km/h (el límite actual, vigente desde 1.981), hasta los 110 km/h, un tope que, en principio, estaría en vigor hasta el próximo mes de junio.

En nuestro país, más que en cualquier otro lugar de nuestro entorno, las limitaciones de la velocidad siempre vinieron de la mano de las crisis energéticas. En las carreteras españolas no hubo límites hasta el impuesto en 1.974 con la primera gran crisis del petróleo, cuando quedó establecido en los 130 Km/h. En 1.976 con la segunda crisis del petróleo el máximo pasó a ser de 100 Km/h.

En  tan solo dos años (de 1.974 a 1.976) se discrepaba en un 30% respecto de la que habría de ser la máxima velocidad permitida, lo que pone de manifiesto que la sombra de la improvisación siempre planeó sobre estos sembrados...

La actual reducción no supuso mayor reflexión: de la noche a la mañana, sin contar con los estamentos implicados o relacionados, como tampoco con la opinión de los expertos, se decidió reducir el límite en tan sólo 10 kilómetros/h. Las consecuencias de tal improvisación, como puede verse en la foto, afectaron también a los cambios en la señalización, cambios que cada comunidad autónoma asumió con identica escasez de tiempo, aunque de una forma diferente en cada caso... así como a las disposiciones o al tráfico de información, tras la implantación... (Ver ejemplo: diario La Provincia)

En la subida de los precios del petróleo no interviene el minúsculo gradiente de demanda que supondría el que los españoles fuésemos 5 o 10 kilómetros más lentos. En estos momentos son otros los aspectos que deciden sobre precios tan importantes, como caprichosamente oscilantes:
1.- La crisis de las dictaduras en los países del Magreb, que habríamos de intentar resolver de otro modo, que no desde la ambigüedad, ni desde la timidez de nuestras manifestaciones, o desde la pusilanimidad de nuestras posiciones.
2.- El brutal aumento de la demanda de los paìses emergentes que, como China y amén de su revolución industrial, están sustituyendo las bicicletas de su parque móvil por flamantes automóviles.
3.- El pujante componente especulativo de nuestra economía mundial, en el que el simple estornudo del sobrino de un jeque árabe, constituiría motivo suficiente para justificar una subida en la cotización del barril.

Por otra parte, la diversidad de opiniones aún resta más credibilidad a la medida: no existen límites en las autopistas de países europeos como:  Estonia, Letonia, Islandia, Lituania, Malta, algunas autopistas alemanas, etc... En paises como Italia se fija hasta en los 150 km/h... 

Por aquello de que la energía no se crea, ni se destruye, los 10 kilómetros que eliminamos de nuestro impulso el pasado día 7 de marzo, los recuperaron los holandeses, quienes cuatro días después, el día 11, aumentaron el límites en sus autopistas desde los 120 a los 130 kilómetros/hora, una medida con la que pretenden -agárrense los machos- "aumentar la fluidez del tráfico, mejorar el consumo y la seguridad"... Otros países europeos plantean la posibilidad de seguir la estela de Holanda. Reino Unido podría ampliar de 112 a 128 kilómetros por hora el límite de velocidad para mejorar la productividad, según ha publicado el diario digital El Economista, en lugar de primar la seguridad y el impacto medioambiental.

En cualquier caso, la actual ralentización española ha sido mal acogida por un sector mayoritario de la población que piensa, acertadamente, que se trata de una medida que servirá para aumentar la recaudación mediante las multas, o como simple cortina de humo ante los cada vez más desalentadores datos económicos...



domingo, 6 de marzo de 2011

El expolio salmantino


Hace unos años,  lo comento en el seno de mi particular campaña antinacionalismos y como uno de los tantos ejemplos que alcanzaron a ser representativos: la Generalitat de Cataluña, aprovechando las favorables condiciones del momento político, reclamaba como suyos unos documentos que formaban parte, desde hacía décadas, del Archivo de La Guerra Civil Española

Desde entonces la salmantina Calle de Gibraltar, el lugar en el que se ubicaba físicamente el Archivo, pasó a llamarse "La Calle del Expolio". La ciudad de Salamanca es Patrimonio de toda la Humanidad; los papeles del Expolio, sin embargo, son sólo catalanes...

Deberíamos plantearnos la jubilación de nuestros representantes, en su papel de lazarillos resultan ser más pícaros e interesados de lo que en su día lo fue el del Tormes, y nosotros, en tanto en cuanto les permitamos seguir jugando con la nobleza de nuestros sentimientos: estaremos mucho más ciegos que su amo.




Una última reflexión me lleva a sugerir que los de la ciudad charra encierren cuanto les queda en la Torre del Clavero (no se me ocurre lugar más seguro, en esa torre residía -de ahí su nombre- el guardián de las llaves de la catedral), antes de que murcianos, ceutíes y naturales de Torrelodones entonen el "esa boca es mía!" y acaben perdiéndose, en el sentido más amplio de la expresión, todos los papeles...