Nos encontramos en el Cementerio Presbítero Maestro del Perú, cuya construcción se inició en el año 1808 y que hoy constituye un museo cargado de historias y esculturas.
Recóndito, situado en la parte más alejada de su acceso, se encuentra el "Pabellón de los Suicidas", el lugar en el que fueron enterrados quienes decidieron ejecutar un final a sus vidas y donde, como ya entenderéis, cada nicho encierra su triste relato.
Antes de adentrarse en este pabellón, los guías suelen advertir sobre lo cargado del ambiente, pues es creencia extendida que aquel que se suicida no descansa en paz, por lo que algunos visitantes podrían percibir molestias como cefaleas o un ligero malestar precordial.
No obstante, la abundante iconografía y los epitafios invitan a detenerse durante el recorrido, para conocer historias como la de Gregoria Camacho, quien al parecer era bruja, según nos contaría una calavera sobre dos tibias cruzadas, que pueden verse en el frontal del nicho.
La abundante iconografía y los epitafios invitan a detenerse en el recorrido, para conocer historias como la de Gregoria Camacho, quien al parecer era bruja, según nos contaría una calavera sobre dos tibias cruzadas, huesos que pueden verse en el frontal del nicho.
Otro nicho nos lleva a la incógnita que se establece al ver la figura de un señor, con barba y bigote, que podría haberse llamado Silvia, o fue este, cuando menos, el nombre que por error se le adjudicaría...
En la lápida de Enrique Thompson, fallecido en 1926, figuraría un nombre ficticio, que pretendía evitar el vandalismo que cabría esperar de la población, contra la tumba de este asesino, que acabó con la vida de una joven, de la que estaba calladamente enamorado, para suicidarse después.
En medio de tanto nicho destacaría un monolito, el de Americo Cassina, muerto por asfixia. A diferencia de todos los demás Americo no se suicidó, no podría hacerlo, al haber alcanzado tan sólo con un año de vida, murió víctima de violencia vicaria.
La tragedia de los primos Subiria, Alejandrino y María, resulta ser de lo más parecido a la de los archiconocidos Romeo y Julieta; la del barbero Lom Tom, a la otro barbero: Sweeny Todd...