Parroquia de San José, en Madrid |
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Poco a poco, los españoles vamos conociendo el compango con el que siempre se nos ha servido: un caldiburri de chorizos cocidos a fuego lento, sobre una reducción de explotación, servilismo y corrupción...
Con el paso de los años el idioma evoluciona modificando, ya sea desde el uso o el desudo, los diferentes matices del significado de su léxico: sirva para ilustrar cuanto digo el que desde los pasados años del romance hasta nuestros días, la palabra luego fue ganando en dimensiones, pero sobre todo en temporalidad, de manera que lo que antaño se vino empleando para expresar inmediatez, sirve ahora para decir "más tarde"...
Algo parecido ha ocurrido con la palabra "todos", aunque en este caso el cambio fuese mucho más drástico, puesto que su significado se modificó sustancialmente en tan solo unos días, coincidiendo con los juicios por el caso Noos y otros judiciables... Y es que desde entonces:
-. Hacienda seguimos siendo todos...
-. La justicia sigue siendo la misma para todos...
... Aunque todos ya no exprese -ni de lejos- tanta rotundidad ni totalidad...
Guió don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos,
dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre,
y luego conoció que el tal edificio no era alcázar,
sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:
"Con la iglesia hemos dado, Sancho"
Otro ejemplo, que pone de manifiesto que ya desde los principios de la Democracia nos vienen tomando el pelo: se encuentra en la supuesta laicidad que derivaría del artículo 16 de nuestra Ley Fundamental... Nos guste o no, España sigue siendo un país católico, a tenor del Concordato que se firmó, un tanto sorpresivamente, apenas seis días después de votarse nuestra actual Constitución (1978). La Iglesia española sigue contando, por tal motivo y a pesar de todo, con privilegios que resultarían impensables en otros lugares de Europa.
Mientras se redactaba la Constitución se pactaron determinados acuerdos con los gobiernos anteriores (de Arias, de Suárez), aprovechando que eran católicos, de derechas y que por tales condicionantes defenderían los beneficios de la Iglesia. Con el Concordato tales acuerdos provisionales adquirieron el rango de Tratado Internacional, blindando jurídicamente los privilegios de la Iglesia Católica, frente a cualquier Gobierno futuro, que intentase revocarlos...
Estos son los cuatro puntos del Concordato, que anulaba al de 1953:
-. El primero que regula la personalidad jurídica de las entidades eclesiásticas y los efectos civiles del matrimonio católico.
-. El segundo, docente, regula la enseñanza de la religión católica en los centros públicos.
-. El tercero, económico, regula la financiación de la Iglesia por el Estado.
-. El cuarto, castrense, prolonga la existencia de capellanes militares en las Fuerzas Armadas y el servicio militar del clero.
Son acuerdos vinculantes entre dos países que cualquier Gobierno, presente y futuro, está obligado a acatar, según los principios del Derecho Internacional: la Iglesia tiene personalidad jurídica propia; sigue sin pagar impuestos; extiende su cuasi-monopolio de la educación privada (con sustanciosos avances sobre la pública) e impone a la sociedad la hegemonía del integrismo católico. Las revoluciones han desmontado parte de los privilegios de la nobleza, pero no han podido con los de la Iglesia...
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