Junto a la escalinata del conocido arco de Cuchilleros, que en Madrid da acceso a su plaza Mayor, nos encontramos con un carismático local sabido del dilatado turisteo que nos visitó a lo largo de muchos años, por el lugar y el llamativo portero adornando su acceso: un rudo bandolero, en el sentido más romántico del término, armado con un tan curioso como pesado trabuco...
Hablamos del Mesón "Las Cuevas de Luis Candelas", un restaurante que se apropia del nombre de un personaje de la historia de nuestro viejo Madrid, un delincuente del que todo el mundo escuchó hablar, pero al que muy pocos conocen... Luis Candelas fue un bandolero madrileño, pues no todos se ubicaron en los parajes de Sierra Morena, un mito cargado de leyendas al que castizamente se conoce como "el Robin Hood de Madrid".
Nacido en el barrio de Lavapiés, en los albores del siglo XIX, pronto se inició en el robo de guante blanco y contra las gentes de mejor posición, desde la firme creencia de un mal reparto de la riqueza y sin llegar nunca a la violencia física. Valiéndose de la falsa identidad de un acaudalado criollo, apoyado en su cuidado aspecto y un cierto refinamiento autodidacta que le prodigaron no pocos éxitos entre las damas de elevada alcurnia, sus víctimas más habituales.
Con los botines solía organizar opíparas fiestas a las que invitaba a una milagrosa corte de miserables y necesitados, quienes -como no y por cierto- le guardaban y manifestaban gran afecto y una no menor consideración.
Sus robos acabaron conduciéndole hasta el garrote vil, a pesar de no tener delitos de sangre y de pedir clemencia a la Regente María Cristina de Borbón.
Hablamos del Mesón "Las Cuevas de Luis Candelas", un restaurante que se apropia del nombre de un personaje de la historia de nuestro viejo Madrid, un delincuente del que todo el mundo escuchó hablar, pero al que muy pocos conocen... Luis Candelas fue un bandolero madrileño, pues no todos se ubicaron en los parajes de Sierra Morena, un mito cargado de leyendas al que castizamente se conoce como "el Robin Hood de Madrid".
Nacido en el barrio de Lavapiés, en los albores del siglo XIX, pronto se inició en el robo de guante blanco y contra las gentes de mejor posición, desde la firme creencia de un mal reparto de la riqueza y sin llegar nunca a la violencia física. Valiéndose de la falsa identidad de un acaudalado criollo, apoyado en su cuidado aspecto y un cierto refinamiento autodidacta que le prodigaron no pocos éxitos entre las damas de elevada alcurnia, sus víctimas más habituales.
Con los botines solía organizar opíparas fiestas a las que invitaba a una milagrosa corte de miserables y necesitados, quienes -como no y por cierto- le guardaban y manifestaban gran afecto y una no menor consideración.
Sus robos acabaron conduciéndole hasta el garrote vil, a pesar de no tener delitos de sangre y de pedir clemencia a la Regente María Cristina de Borbón.
EXTRAS DEL POST
Saber más
No hay comentarios:
Publicar un comentario