La plaza de Oriente es un precioso lugar que se encuentra en el lado más Occidental del viejo Madrid, una contradictoria circunstancia que se explica en el hecho de deber su nombre a su situación respecto del palacio, que no de la ciudad.
En su centro, la estatua ecuestre de un Felipe IV que posa en actitud ciertamente victoriosa... Es esta una muy curiosa obra, por cierto y por diversos motivos:
1.- En primer lugar porque fue la primera estatua del mundo que se hizo con un caballo en actitud rampante (es decir, con las dos extremidades superiores elevadas), planteando no pocas dificultades al diseñador (el pintor Diego Velázquez) y al escultor (Piedro Tacca), ambos hubieron de recurrir al genio de Galileo Galilei, para asegurar su estabilidad (aunque solo la mitad posterior del caballo estaría rellena, prolongar la cola hasta el suelo fue también de gran ayuda)
2.- En segundo lugar, porque es una estatua que contradice el código ecuestre, un idioma según el cual el número de patas que el caballo mantiene elevadas simboliza las circunstancias que rodean a la muerte del jinete:
- si el caballo tiene dos patas en el aire: el jinete murió en combate.
- si una pata: murió a consecuencia de las heridas que recibió en el campo de batalla.
-. si ninguna: murió en su cama, por causas naturales.
A pesar de montar un caballo rampante, Felipe IV falleció en su cama, tras uno de los reinados más largos de la historia de la Monarquía española.
3.- Porque una vez acabada la estatua disgustó al soberano, que dicho sea de paso era muy presumido... Fue necesaria la total reconstrucción de la cara, de la mano del escultor Juan Martínez Montañés.
Felipe IV fue conocido como "El Grande", o como "El Rey Planeta", por sus dilatadas posesiones... Últimamente y después de que Gonzalo Torrente Ballester escribiese la novela que posteriormente Imanol Uribe llevaría a la gran pantalla, también se le conoce como "El Rey Pasmado", en clara alusión a sus más íntimas inclinaciones...
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