La Playa de las Catedrales, A Praia das Catedrais, en la comarca de la Mariña lucense, es uno de los lugares más impresionantes de nuestra geografía.
Con el paso del tiempo maese mar fue esculpiendo, tan lenta como inexorablemente, los sólidos pilares que parecen haber sujetado siempre la fachada norte de nuestro santuario peninsular y, con ella, nuestras más firmes convicciones.
Y es que nuestro país, por su historia y de alguna manera, bien recuerda al híbrido resultante de cruzar a una catedral con un molino de viento.
Una madre catedral de facciones románicas y extremidades barrocas, engalanada con algún que otro abalorio gótico, a la que debemos los profundos cimientos de nuestra fe cristiana.
La paternidad de un molino de viento, por cuanto su simbolismo evoca en nuestra conciencia colectiva: la visión distorsionada de un loco justiciero, a lomos de un famélico rocín, dispuesto a librar mil y una batallas en las que defender, tratando de imponer, las "verdades absolutas" de sus creencias.
Y así nos fue que, en todos los recreos, encontramos motivos para entrar en lid con casi todos nuestros compañeros de clase: expulsamos al hebreo, hicimos ahogadillas al turco, cristianizamos al moro, evangelizamos al indio e, incluso una vez, y al alba, pretendimos hacer reconsiderar ciertas protestas al europeo...
Ahora hemos crecido, ya no estamos en edad escolar, aunque de las acciones se deduce que estamos genéticamente predestinados: nuestra tipología caracterológica será siempre la de un hibrido cervantino.
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