domingo, 29 de enero de 2017

El sentir Napolitano



Los napolitanos nos deben una particular forma de entender la espiritualidad y un modo de manifestar los sentimientos que debimos grabarles en el genoma, con el fuego propio de la pasión hispana.

Por todas partes, en las esquinas se alzan capillas al Cristo, a la Virgen o a algún que otro Santo, aunque también -y esto les singulariza- por algún familiar tristemente fallecido...



Pero no todos han de ser recuerdos de muerte: también celebran los nacimientos colgando del portal (las más de las veces, otras en plena calle) prendas relacionadas con la condición y el género del neonato, al menos durante su primer mes de vida y en un intento de compartir, con todo el mundo, la algarabía de su llegada.


Y que deciros de las esquelas que, en cada esquina, poste o farola, recuerdan un óbito reciente, y que pueden verse en cualquier lugar de Italia, convocando a compartir el sepelio?



En algún caso la manifestación de muerte adquiere tintes de un alto dramatismo, como el de esta víctima inocente de la camorra.



Terminaré mencionando un último sentimiento a flor de calle: el del amor en el más romántico sentido del término. Antes de iniciar el viaje leí, en algún lugar, que las declaraciones de amor que pueden verse en suelos y paredes de esta ciudad, podían llegar a constituir -en sí mismas- sobrados motivos para visitarla...

EXTRAS DEL POST
Ver más fotos pulsando aquí

sábado, 28 de enero de 2017

Inserire 0,05 cents



Pocos tan peseteros como los italianos, y ya ni hablamos si para colmo, además de italianos son taxistas.... 

Alguna vez visteis un ascensor funcionar con monedas? 



Yo lo vi por primera y única vez de mi vida con ocasión de mi visita a Nápoles, hace pocos días... Y es que dudo que estas cosas puedan verse en otro sitio que no sea Italia.

En una finca: a cinco céntimos por uso...


miércoles, 25 de enero de 2017

Aranjuez mon amour...




A la mecha del desencanto de españolidad, que vengo arrastrando de un tiempo a esta parte, le dió por divagar respecto de un hecho curioso sobre el que debemos reflexionar...: de entre las piezas de música clásica más identificadas con nuestra cultura y carácter, hablo cuando menos de las que lo son en mi consideración, una parte muy representativa de ellas fueron compuestas allende nuestras fronteras, en algún caso -incluso- por autores extranjeros....

Puestos a poner ejemplos y puestos a elegirlos bien: se me antoja necesario mencionar la pasión de Carmen, la cigarrera sevillana sobre la que empezaría escribiendo Merimée y que acabaría en Ópera magistral de la mano de Bizet. Ambos, Merimée y Bizet compartieron origen y nacionalidad, así como el exotismo en el punto de mira, propio del romanticismo, que envolvería a cuanto se encontrase más acá de la verticalidad de los Pirineos...

Continuaré con el capricho de un ruso vacacionando por la España decimonónica que supo, como probablemente nunca nadie sabrá, captar el sonido de nuestra piel de toro: el Capricho Español de Rimsky Korsakov es, hoy por hoy y aunque no sirva de mucho la redundancia, uno de los temas más españoles que puedan escucharse...


No me extenderé sobre las piezas que Albeniz, Falla o Granados -por citar algunos de los más representativos autores- compusieron en París, aunque sí quiero detenerme en un lugar de esa misma ciudad, bajo esta ventana del número 159 de su Rue Saint Jacques, a la que corresponden las dos fotografías y en la que un Joaquín Rodrigo, muy pobre y aún más ciego, escribió su Concierto de Aranjuez, el primero para guitarra y orquesta (1939), aquél cuyo adagio llegó a ser nuestra obra más carismática y representativa.

La brizna de desencanto a la que hice alusión en el inicio podría arrastrarme hasta el Síndrome de Trueba, y hacerlo con la más absoluta facilidad, si me diese además por recordar que fueron extranjeros los que vinieron a componer aquí aquellos otros temas como:
-. Hay que venir al Sur, de Rafaela Carrá
-. El Chiringuito, de Georgie Dann... 
...Por citar algunos de la que sería una larga lista de ejemplos...



miércoles, 18 de enero de 2017

De pizzas por Nápoles



Hoy toca escribir, desde mi más reciente viaje a Nápoles, sobre mi experiencia con sus pizzerías. 

Tuve la suerte de visitar dos de las más importantes, y digo suerte porque lo habitual es tener que sufrir esperas previas interminables, para poder acceder a estos establecimientos.

Da Michéle
Es el templo mundial de la pizza, porque para aquellos que no lo sepan: este plato nació en Nápoles, y puede que fuese justo aquí, en este establecimiento...

Da Michéle permanece abierto desde 1870, vendiendo únicamente sus dos tipos de pizza:
1.- La Marguerita (es la auténtica pizza de Nápoles. Aquí, a la que nosotros conocemos como Napolitana, le dicen Romana. La pizza Margarita debe su nombre a la visita del rey Umberto I y de su esposa Margherita Teresa de Saboya, a la ciudad de Nápoles, en 1889.
2- La Marinara es la más antigua y, contrariamente a lo que su nombre indica, no lleva nada relacionado con el mar... Lleva tomate, orégano, ajo, aceite de oliva y albahaca y debe su nombre a que era la comida habitual de los pescadores, en la segunda mitad del siglo XIX

En cuando los de la mesa (que en Michéle es compartida), supieron que éramos spagnoli de Madrid: no se habló más que de fútbol y del próximo encuentro entre los clubes de las dos ciudades... Y es que el fútbol en Nápoles es una religión...!



Sorbillo
Dicen que elabora la mejor pizza de Nápoles y a fe mía que no está nada mal...

El acceder viene costando una hora de espera en una cola que, en condiciones normales, se alarga por una buena parte de la famosa calle Tribunal... El secreto para esquivar la demora, ya lo imagináis, está en ir a comer a la hora de los franceses...

Sorbillo es, junto con Michéle, la tradición napolitana hecha templetes de la pizza!

Y del precio menor no os digo nada, no me creeríais!


EXTRAS DEL POST
Ver más fotos de ambos establecimientos