sábado, 14 de mayo de 2016

El saqueo de los humildes



Y es que no lo puedo remediar: en la pretensión de huir de las tan manidas como inadecuadas calificaciones con las que nos han venido dividiendo el sentir, me confieso un individuo eminentemente social... No soy rojo y creo que aún sería más alérgico al azul... Por idénticos motivos tampoco han de considerarme progresista, y de conservador sólo tengo el "peor es meneallo, amigo Sancho", de un Quijote que prefiere no tocar aquello que en su criterio iría bien.

Eso sí, el corazón, según el último electro y como a la inmensa mayoría de la población, se me inclinó hacia la izquierda, no siendo ésta una circunstancia que, por ser normal y mayoritaria, deba ser tenida muy en cuenta.


Soy filosocial, de los que piensan que siempre existió una explotación y saqueo de las clases trabajadoras por parte de los más pudientes; un robo tan sistemático y cronificado como normal, permitido y oficializado; lo otro por lo uno... 


Y es que si no entiendo que un autobús con 62 multimillonarios alcance a amasar la misma riqueza que toda una mitad de la población mundial; aún comprendo menos que si, como se supone crecemos en progreso y civilización, crezca también esta brecha social y en igual medida: en 2015, hace tan sólo un año, eran necesarios 80 multimillonarios para igualar a esa mitad; cinco años antes: 388 ricos... 


A tal paso, de continuar esta escalada, si tenemos en cuenta que en un lustro la riqueza de esas 62 personas se incrementó en un 44%no resultará descabellado imaginar que pronto nos bastará con una furgoneta para ilustrar tamaña desigualdad.


Y claro que pienso que se ha de premiar el esfuerzo, pero hasta una cierta medida y nunca más allá de la frontera que niega los atributos de la esclavitud que suponen la explotación, la mala remuneración o la precariedad contractual de los demás...




A pocos días del eco de unas elecciones, resulta lamentable pensar que en este país sean los desmanes del gobierno anterior los que determinaran el "color" del siguiente, con la fatídica salvedad de comprobar que las premisas a las que han de atenerse, marcadas por la globalización del sistema, limitaran mucho su espacio social de actuación. 

Hice las dos fotografías en los alrededores de la Puerta del Sol de Madrid, durante los días de aquél soplo de esperanza que acompañó al origen del 15-M, lo supuso como antaño lo fueran Mayo del 68 y otros movimientos de protesta hacia la insaciable falta de sensibilidad del Capitalaunque sea dicho guardando las distancias. 



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