sábado, 31 de mayo de 2014

Vecinos de Villar del Río...


Ayuntamiento de Guadalix de la Sierra (Madrid)

Hace pocos días teníamos ocasión de volver a votar tras el cierre de una campaña electoral, que aunque a escala europea, no se diferenciaba de las demás en lo referido a sus discursos, tan cargados de demagogia y ruidos, cuando no de mentiras... como desprovistos de enjundia o contenido.

Si en algo destacó del perfil de otras campañas fue en lo que pudo suponer de principio del fin del bipartidismo, a cuyos componentes se les comenzó a englobar bajo el apelativo de "la casta", que tan bien resume el sentir de una parte del pueblo respecto del que fue su estilo de gestión y de gobierno a lo largo de las últimas décadas.

Una vez más y cada una de las veces que pude escuchar a algún político en su intervención, recordaba aquél mítico discurso que el Alcalde de Villar del Río (Pepe Isbert), dirigía a sus convecinos, bajo la dirección de Luis García Berlanga en "Bienvenido Mr. Marshall" (Pulsar para ver el vídeo)


“Vecinos de Villar del Río...
Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación,
y esa explicación que os debo os la voy a pagar.
Que yo, como alcalde vuestro que soy,
os debo un explicación y esa explicación que os debo…”

Pocos pasajes de nuestra cultura satirizan tanto y tan magistralmente la vacuidad de las palabras de un político y, por cierto y que vaya por delante, la sordera del alcalde tampoco es un hecho que deba ser considerado como casual, ni aisladamente.

Guadalix de la Sierra, al norte de la Comunidad de Madrid, es el pueblo en el que se rodó esta película, en el año 1.953. Durante vuestra posible visita no dejéis de interesaros por los testimonios que, de esta obra maestra de nuestro cine, quedan en la fachada, así como en la balconada de su ayuntamiento.



domingo, 4 de mayo de 2014

Consignas para callejeros




Paseando de buena mañana por los rincones del Madrid de los Austrias, en la fachada de esta iglesia que ubicamos junto a la Plaza de los Carros, muy cerca de lugares tan emblemáticos como la Plaza de la Cebada o La Latina, puede verse esta imagen...

Una instantánea tan simple, aunque tan rotunda y de tal evidencia a la hora de desmontar argumentos o de acallar voces como las que ponen en duda que La Iglesia esté siempre al lado de los más humildes.

En este caso el edificio ha cedido espacios para que los pobres callejeros, los que pasan las noches acartonados en el refugio de sus accesos, depositen sus enseres más personales a modo de consignas o de taquillas, mientras deambulan el resto de sus miserables días por las calles de este viejo barrio...