miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡Demosgracia!

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La semilla de Europa nació en el momento en que la Grecia de los clásicos emprendió la aventura de colonizar a sus vecinos, exportando cultura, conocimientos y una forma de gobierno -la Democracia- que había germinado en las plazas de sus ciudades. 

Hoy me apena pensar que esa idea ha comenzado a quebrarse precisamente porque ese mismo país pretendió ejercer lo que parece el acto democrático por excelencia: un Referendum Nacional. Por tal motivo he tenido que escuchar, en numerosos medios y en boca de "reconocidos demócratas": que la idea griega de consultar al pueblo era un total despropósito.

Cada día siento menos pasión por una Democracia que -lo entiendo ahora- siempre me han sobrevendido y cuya idea, cuando vivíamos los estertores de una prolongada dictadura, llegué a abrazar como una bella ilusión, como un sueño deseable. 

 
"La dictadura es: ¡Calla la boca!... 
La Democracia es: Vale, sí, tú habla, habla..."   
(COLUCHE, Cómico francés)   
(lease el "tú habla" con el tono de pretender decir: 
"Tú habla, que para lo que te va a servir...")


El desencanto empezó a manifestarse puntualmente, a medida que fuimos conociendola, identificando la evidencia de que no era más que otra Dictadura en la que periódicamente se nos permitía elegir, sin demasiadas ayudas y sin criterios de objetividad, a la bestia parda que habría de manipularnos. 

Poco a poco este descontento fue creciendo, hasta cristalizarse en un movimiento pujante y dinámico que ha protagonizado la actualidad de los últimos meses y cuyo nombre ya nos aclara su razón de ser: "¡Democracia Real Ya!".

Analizando la historia reciente me doy cuenta de que en nuestro país nunca, ni tampoco nadie, ha ganado realmente unas elecciones: los resultados siempre vinieron condicionados por la necesidad de acabar, por parte de un amplio sector del electorado, con el gobierno anterior. No votamos para entronar a un vencedor, ni para apostar por unas ideas que nos seduzcan o a quien queramos encomendar nuestro futuro inmediato, sino para apartar a quienes nos han decepcionado o defraudado.

Nuestra historia también evidencia que nunca nadie, ningún dirigente ni partido hizo cuanto había prometido; dejó de sorprendernos haciendo algo de lo que no nos había informado; nos ahorró algún engaño; ni evitó rodear sus costados de fraudes, o de chorizos... Tampoco ninguno evitó pactos con los nacionalismos, acuerdos que contribuyeran a lesionar, de algún modo, la cada vez más comprometida y frágil idea de unidad nacional.

Resulta particularmente decepcionante el recordar el número de ocasiones en las que, a lo ancho de los 33 años de vigencia de nuestra constitución, se ha recurrido a consultar al pueblo "soberano" fuera del marco de unas obligadas elecciones.



En unos días volveremos a votar. Con una más que probable y amplia mayoría lo haremos para desbancar al partido de José Luis Rodríguez Zapatero, dándole indirectamente nuestra confianza a Mariano Rajoy, un político que nunca consiguió salir del Muy Deficiente, en cuantas encuestas de valoración personal se han publicado a lo largo de los últimos años...

Será como apostar por un jugador de naipes, en una mesa en la que es el único que no quiere enseñar sus cartas... Hasta su mano derecha, la Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, admite que su líder calla más de lo que dice, prediciendo que habrá protestas en la calle cuando el gobierno del PP ponga en marcha sus "medidas"... 

¡Señores!... ¡Seamos serios!... ¿Es esto una Democracia?... ¡Porque si es así yo también me declaro objetor de conciencia!



1 comentario:

Anónimo dijo...

En confianza!! "La que nos espera"