sábado, 31 de julio de 2010

El Gorila



Georges Brassens ha sido siempre -y sigue siendo- mi cantante favorito. Sé que más que cantante tendría que decir poeta, coincidiendo con las calificaciones con las que, en nombre de todos los franceses y a título póstumo, François Mitérrand adornó su funeral; y basándome también en sus propias palabras, aquellas con las que intentó explicarnos el exceso de almidón que embadurnaba siempre su comportamiento en escena: "Yo no canto para los ojos, sino para los oídos".
 
Por tal motivo he querido reservarle un espacio en mi página Web, con el que deseo honrar su memoria y agradecer todos los momentos agradables que he pasado y que sin duda pasaré escuchándole.

La foto elegida para la cabecera -como no- tenía de ser la de un gato. Brassens vivía rodeado de ellos, era una de las tantas notas destacables del que fue su carácter bohemio, solitario y rebelde.

No resulta fácil elegir un tema, cualquiera de sus cerca de 200 canciones merecería estar aquí, sin que pueda encontrar una sola excepción; sin embargo opto por "El gorila", por ilustrativa a la hora de sacar a colación el espíritu reivindicativo y contestatario que caracterizó las décadas de los 60 y 70 en Francia. 


"El gorila" es también el mejor manifiesto contra la pena de muerte que escuché jamás, es como si toda la canción no tuviese otro propósito que el de justificar sus últimos versos, aquellos en los que Brassens deja entrever que la mejor manera de hacer comprender -a los legisladores- nuestra oposición a la pena capital, es la de someterles al dolor, a la humillación ó incluso al cadalso.

Car le juge, au moment suprême,
Criait : "Maman !", pleurait beaucoup,
Comme l'homme auquel, le jour même,
Il avait fait trancher le cou.


La traducción que os brindo a continuación es absolutamente libre, con ello intento preservar -arrinconando la rima- la esencia de la canción.


TRADUCCION LIBRE Y PROSADA
Esa tarde las mujeres de la comarca contemplaban a un fornido gorila, enjaulado tras unos resistentes barrotes, y sin preocuparse excesivamente del qué dirían. Con tan desmedido interés como escaso pudor, estas comadres mostraban precisamente mayor curiosidad por el lugar anatómico que mi madre me prohibió citaros.

De repente la cárcel en la que vivía el bello animal se abrió, es posible que alguien la hubiese cerrado mal. El mono al salir de su celda exclamó:
"Hoy la pierdo!"
... Imagino que ya lo habréis adivinado: hablaba de su virginidad.

El director del zoológico gritaba desesperado:
"¡Cuidado!, ¡El gorila está en celo... y para colmo no ha conocido hembra!".

En cuanto supo que el primate no se había estrenado, y en lugar de aprovechar la ocasión, el público asistente huyó despavorido. Aquellas que minutos antes le escudriñaban lascivamente pusieron pies en polvorosa, como también de manifiesto una absoluta falta de continuidad en sus ideas. Sus temores, por otra parte, eran infundados: que el gorila nos supera con creces en la cópula es tema que resulta del dominio público, y asunto que numerosas mujeres podrían ratificar.

Todos corrieron a buscar refugio, fuera del alcance del cuadrúpedo, salvo una vieja decrépita y un joven magistrado, que debieron quedar paralizados en el estupor.
"Bah!, suspiraba la centenaria, es impensable que alguien pueda desearme a estas alturas".
El juez, por su parte, pensaba impasible y confiado:
"Me resulta completamente imposible que alguien pueda confundirme con una mona", aunque lo que sigue pondrá de manifiesto su error.

Y ahora, querido lector, intente usted ponerse en el lugar del mono y decirme: a la hora de elegir entre violar a un juez o a una ancestra... A quien elegiría usted de los dos?. Si se me plantease tal pregunta yo no dudaría en decantarme por la vieja. Sin embargo, aún admitiendo que el gorila podría ser un amante impagable, sabemos que por el contrario no destaca por su buen gusto, como tampoco por su espíritu. Por eso, en lugar de elegir a la vieja, como hubiera hecho cualquiera de nosotros, cogió al juez por la oreja y lo arrastró hasta un matorral.

Lo que sigue sería deleitable... por desgracia no puedo contarlo, aunque nos hubiera hecho reír un poco: ya que el juez, en el momento más álgido, lloraba mucho y pedía clemencia, de la misma manera que lo hizo el hombre a quién ese mismo día había mandado rebanar el cuello. 


UNA VERSIÓN ESPAÑOLA


Afortunadamente tenemos una versión española a la que recurrir, y que debemos a Javier Krahe, Pablo Carbonell y Joaquin Sabina, todos ellos ex-combatientes del grupo La Mandrágora.

TEXTO DE LA VERSION ORIGINAL

C'est à travers de larges grilles,
Que les femelles du canton,
Contemplaient un puissant gorille,
Sans souci du qu'en-dira-t-on.
Avec impudeur, ces commères
Lorgnaient même un endroit précis
Que, rigoureusement ma mère
M'a défendu de nommer ici...
Gare au gorille !...

Tout à coup la prison bien close
Où vivait le bel animal
S'ouvre, on n'sait pourquoi. Je suppose
Qu'on avait du la fermer mal.
Le singe, en sortant de sa cage
Dit "C'est aujourd'hui que j'le perds !"
Il parlait de son pucelage,
Vous aviez deviné, j'espère !
Gare au gorille !...

L'patron de la ménagerie
Criait, éperdu : "Nom de nom !
C'est assommant car le gorille
N'a jamais connu de guenon !"
Dès que la féminine engeance
Sut que le singe était puceau,
Au lieu de profiter de la chance,
Elle fit feu des deux fuseaux !
Gare au gorille !...

Celles là même qui, naguère,
Le couvaient d'un œil décidé,
Fuirent, prouvant qu'elles n'avaient guère
De la suite dans les idées ;
D'autant plus vaine était leur crainte,
Que le gorille est un luron
Supérieur à l'homme dans l'étreinte,
Bien des femmes vous le diront !
Gare au gorille !...

Tout le monde se précipite
Hors d'atteinte du singe en rut,
Sauf une vielle décrépite
Et un jeune juge en bois brut;
Voyant que toutes se dérobent,
Le quadrumane accéléra
Son dandinement vers les robes
De la vieille et du magistrat !
Gare au gorille !...

"Bah ! soupirait la centenaire,
Qu'on puisse encore me désirer,
Ce serait extraordinaire,
Et, pour tout dire, inespéré !" ;
Le juge pensait, impassible,
"Qu'on me prenne pour une guenon,
C'est complètement impossible..."
La suite lui prouva que non !
Gare au gorille !...

Supposez que l'un de vous puisse être,
Comme le singe, obligé de
Violer un juge ou une ancêtre,
Lequel choisirait-il des deux ?
Qu'une alternative pareille,
Un de ces quatres jours, m'échoie,
C'est, j'en suis convaincu, la vieille
Qui sera l'objet de mon choix !
Gare au gorille !...

Mais, par malheur, si le gorille
Aux jeux de l'amour vaut son prix,
On sait qu'en revanche il ne brille
Ni par le goût, ni par l'esprit.
Lors, au lieu d'opter pour la vieille,
Comme l'aurait fait n'importe qui,
Il saisit le juge à l'oreille
Et l'entraîna dans un maquis !
Gare au gorille !...

La suite serait délectable,
Malheureusement, je ne peux
Pas la dire, et c'est regrettable,
Ça nous aurait fait rire un peu ;
Car le juge, au moment suprême,
Criait : "Maman !", pleurait beaucoup,
Comme l'homme auquel, le jour même,
Il avait fait trancher le cou.
Gare au gorille !...


Mejorada del Campo




SEPTIEMBRE DE 2.001   
Avenida del Arquitecto A. Gaudí, en Mejorada del Campo, Comunidad de Madrid; Domingo día 30 de septiembre del 2.001: En este pueblo/dormitorio de la provincia de Madrid los vecinos pasean junto a este edificio con tanta indiferencia como la que parecen producirles los vuelos rasantes de los aviones que -maniobrando para aterrizar- consiguen peinar, con el filo de sus alas, los tejados de sus casas...

Para la mayoría no es más que el testimonio de una locura, de la locura de un vecino al que, por otra parte, conocen bien. Un paisano que lleva ya demasiados años afirmando haber recibido la visita de la Virgen del Pilar; una visita con requerimiento: el deseo por parte de la aparición de disponer de un templo consagrado a su devoción, en la localidad...

Ya lo adivináis: nadie le creyó, en el mejor de los casos se le escuchó, no sin cierta sorna. Pero la Fe no sólo mueve montañas, también construye edificios en Mejorada, y ¡qué edificios! Nuestro buen hombre se puso manos a la obra, aprendió las artes de la albañilería, recopiló cuanto pudo de los restos de las construcciones de las inmediaciones y con paciencia, dedicación y la entrega abnegada de todo su tiempo de ocio en la labor, fue construyendo...

Os sorprendería ver, como pude verlos yo: restos de latas de cervezas, y hasta tambores de  detergentes incrustados en las paredes de cemento: Cuando se trata de paliar carencias, y cuando la única divisa es el ingenio, todo vale... 

Actualmente el lugar ya ha sido consagrado, por la Iglesia, y en honor de Ntra. Sra. del Pilar... Y si alguna vez rezase, me gustaría hacerlo porque este visionario, que ya peina muchas canas, pudiera verlo acabado algún día...



MAYO DE 2.005
Alguna vez, sólo alguna, las inexistentes divinidades que alcanzan a verse desde un ángulo tan poco propicio como el prisma de un agnóstico llegan a percibir, y hasta a veces a atender, aquellas oraciones que nunca se les llegó a dirigir...

En estos días Aquarius (Coca Cola) estuvo rodando un spot publicitario, en Mejorada, y en el que nuestro constructor vocacional fue protagonista. Ayer pude verlo en la televisión, por vez primera.  Justo Gallego acabará su catedral... Gracias!



domingo, 25 de julio de 2010

Las dos en punto




Las llamaban "Las Marías", eran tres mujeres, tres hermanas. Unas modistillas provincianas a las que se podía ver paseando por Santiago de Compostela, hace ahora unos 50 años.

Más tarde y tras la muerte de una de ellas, por pasar a constituir pareja y mantener la costumbre de pasear todos los días, a la misma hora, y a lo largo de un itinerario fijo, pasaron a llamarse las "dos en punto".

Unas mujeres cuyo único delito había sido el de adelantarse a su época: vestidas con colores chillones en unos años en los que primaba el negro; maquilladas; fumando cuando el hacerlo era patrimonio exclusivo de determinadas profesionales: constituían el hazmerreír de los estudiantes quienes pronto descubrieron el divertimento de seguirlas y acosarlas burlonamente...

Poco a poco llegaron a convertirse en una atracción turística más, en una ciudad en la que no escasean y, recientemente, el Ayuntamiento de Santiago quiso honrar su memoria dedicándoles esta llamativa imagen policromada, en la Alameda.


Combarro



Combarro es uno de los pueblos más bonitos de Galicia. Un remanso de paz que, a golpe de muñeira, se mira en las tranquilas aguas de la ría de Pontevedra y al que esa tarde, como tantas otras tardes, sorprendí dejándose acariciar por las olas.

Para aquellos que no tienen la suerte de conocer aún este pueblito, permítanme decirles que se trata de una de esas visitas obligadas en Galicia, en la que lo más destacado es, sin duda, esa hilera de hórreos que -en primera línea de mar- se reflejan en las habitualmente tranquilas aguas de la ría.

El hórreo adquiere aquí una utilidad diferente a la que tendría en cualquier otro lugar de esta comunidad: deja de ser almacén de granos ó semillas para convertirse en lugar en el que secar el pescado, ó guardar los aperos de los pescadores.




sábado, 24 de julio de 2010

Indianos



El Diccionario de la Real Academia nos ofrece diversas acepciones para el término "Indiano", una de ellas -la más estética- es la siguiente: "Dícese del que volvió rico de América". A finales del siglo XIX más de 300.000 asturianos abandonaban su tierra para cruzar el Atlántico. Aún acertando los académicos en su definición, fueron numerosos los motivos que les empujaron a acometer, a edades cada vez más tempranas, una tal cruzada:

a/ El principal y ya comentado: un intento de emular a algún vecino del pueblo, que en su día regresó triunfante.

b/ La evasión de los deberes militares: las ordenanzas que regulaban el reclutamiento databan de la época de Carlos III; uno de cada cinco mozos era llamado a filas (de ahí que a los reclutas se les siga llamando “quintos”), mediante un sorteo que nunca fue el mejor ejemplo de transparencia ni de rigor, por cuanto recaía siempre en aquellos que, careciendo de fortuna ó recomendaciones, no alcanzaban a poder evitarlo. La duración del servicio militar (entre ocho y doce años) era suficiente aliento para la emigración, aunque las guerras –Filipinas, Cuba, Marruecos- también han de ser tenidas en cuenta a la hora de buscar motivaciones. A principios del siglo XX Asturias constituía la mayor cantera peninsular de prófugos, llegando a alcanzar cifras que duplicaban a las de la media nacional. 

c/ Factores económicos y de población. El medio rural asturiano se repartía –y sigue haciéndolo- en unidades de explotación denominadas “caserías” (una casa, un hórreo o panera, uno o dos huertos, tierras de labor y praderías, un pedazo de monte y una parte de río). Estas pequeñas caserías no podían ser divididas caso de ser arrendadas -lo prohibían las ordenanzas de 1781- aunque tampoco cabría pensar en hacerlo por cuanto las partes resultantes no permitirían la subsistencia de una unidad familiar. De este modo se establecía la figura del heredero único, el primogénito, viéndose sus hermanos empujados a abandonar el nido emigrando, engrosando las filas del clero ó poniéndose al servicio –las más de las veces doméstico- de terceros.

d/ La educación que recibieron desde la infancia. En muchos pueblos se les solía inculcar, a los niños y como si una inexorable marca del destino se tratase, la idea de que al llegar a los quince años debían partir, al lado de algún pariente ó amigo. Este "echarles de casa", que caracterizó la educación rural asturiana, es principal causa a la hora de explicar la existencia de algunas de las colonias de ultramar. Se les decía: "tienes que ir a la escuela y aprender mucho para irte a América".

Sólo una parte de los que marcharon consiguió regresar; por no poder, algunos no pudieron ni llegar, siendo víctimas de los no tan infrecuentes naufragios del momento. A bordo del "Titanic" había un asturiano: Servando Ovies Rodríguez, natural de Avilés y dueño de negocios en Cuba y Nueva York, así como del único automóvil –marca Renault- que viajaba en el trasatlántico, y en el que la ficción situaría el momento álgido del romance entre Di Caprio y Kate Winslet. Servando falleció en el naufragio, siendo enterrado en Hallifax con otras de sus 306 víctimas. Además del “Titanic”, menos conocidos aunque mucho más importantes para la historia que nos ocupa, merecen ser citados los naufragios del “Valbanera” y del “Príncipe de Asturias”, entre otros. 


Al volver estos indianos construyeron auténticos palacetes de estilo colonial, indiscutibles joyas que pueden verse salpicando la geografía del principado, y en los que vivieron como nuevos ricos. Una de estas casas, la “Quinta Guadalupe”, en Colombres, es hoy sede de la Fundación Archivo de Indianos y Museo de la Emigración, dedicado a recordar a quienes un día cruzaron el charco para '"hacer las Américas".

También les debemos los centenares de Centros Regionales Asturianos dispersos por Iberoamérica, que antaño fundaron para su esparcimiento y encuentro, y que aún perduran.



domingo, 18 de julio de 2010

Suspiros de España




Se dice que nuestro actual himno, conocido como "Marcha Granadera", es uno de los más viejos de Europa, aunque es ésta una afirmación tan inespecífica como gratuita, al no contar con demasiados fundamentos. La partitura más antigua que se conserva data de 1.761, en que aparece en el "Libro de Ordenanza de los toques militares de la Infantería Española", de Manuel Espinosa, quien ya la denominaba así y le adjudicaba una autoría anónima.

El 3 de septiembre de 1770, el Rey Carlos III declaró 'Marcha de Honor' a la 'Marcha Granadera', y con ello formalizaba la costumbre de interpretarla en actos públicos y solemnes. La costumbre y el arraigo popular la erigen en Himno Nacional, sin que exista ninguna disposición escrita. En poco tiempo, los españoles consideraron a La Marcha Granadera como su himno nacional y la llamaron "La Marcha Real", porque era interpretada en los actos públicos a los que asistían el Rey, la Reina, o el Príncipe de Asturias.

La Marcha Real ha sido siempre el Himno de España, salvo durante la II República (1931-1939), cuando se adoptó el "Himno de Riego", una marcha de los Batallones de las Milicias Nacionales de principios del siglo XIX. Acabada la Guerra Civil, el Himno volvió a ser La Marcha Real, bajo su viejo nombre de La Marcha Granadera, tras Decreto del General Franco.

El Decreto de 17 de julio de 1942 declara Himno Nacional el conocido por Marcha Granadera, sin incluir ninguna partitura, por lo que se entiende que continuó vigente la versión del Maestro Pérez Casas (tres repeticiones de la Marcha Granadera, idénticas la primera y la tercera, y cambiando el tono la segunda).

La Marcha Real es uno de los raros casos de Himno Nacional que sólo tiene música, y no letra. Durante el reinado de Alfonso XIII se compuso una letra que nunca fue oficial ni llegó a cuajar en la tradición popular (fue realizada por el autor teatral Eduardo Marquina). Durante la dictadura de Franco (1939-1975) el Himno se cantaba a veces con los versos del poeta José María Pemán. Tampoco estos versos fueron nunca reconocidos oficialmente.

¡ VIVA ESPAÑA !
Alzad los brazos, hijos
del pueblo español,
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria que supo seguir,
sobre el azul del mar el caminar del sol.
¡ TRIUNFA ESPAÑA !
Los yunques y las ruedas
cantan al compás
del himno de la fe.
Juntos con ellos cantemos de pie
la vida nueva y fuerte de trabajo y paz


Los derechos de autor del himno nacional pertenecían a la familia de Pérez Casas, ya que el músico había registrado la Marcha Real, en 1932, en la Sociedad General de Autores. El Estado, por Decreto 1543/1997, de 10 de octubre, adquiere de los herederos de Pérez Casas todos los derechos de explotación, reproducción y transformación de La Marcha Real.

Personalmente, sintiéndome tan español como el que más, no perteneciendo a ninguna comunidad autónoma de las que considero mal llamadas "históricas", y no justificándome -por lo tanto- ni el ademán reivindicativo ni la tradición independentista: no es éste un himno con el que consiga identificarme instintiva ó primariamente. Me resulta marcial, en exceso, y no consigo desligarlo de ciertas vinculaciones con el anterior régimen.

Suscribiría, junto con los integrantes de aquella corriente de intelectuales que parecen haber iniciado el trámite, una mayor simpatía por la idea de sentirme representado por el pasodoble del Maestro Álvarez Alonso: Suspiros de España.




Esta popular melodía que ha recorrido el mundo surgió cuando el Maestro Álvarez ofrecía conciertos animando las veladas del café cartagenero La Palma Valenciana, en la calle Mayor de dicha ciudad.

Corría el año 1.902... Una noche, al terminar su actuación, enseñó a sus amigos una melodía en forma de pasodoble que había escrito sobre una mesita del café, y que pronto fue acogida con alborozo por su clara inspiración. En su recorrido nocturno, se detuvo delante de la confitería España, ubicada frente al mencionado café, y contempló un dulce típico llamado suspiro (avellanas finas cubiertas de una porción de caramelo transparente), decidiendo bautizar la nueva partitura con la denominación de Suspiros de España.

Si hay algo que me gusta de esta melodía es su clara impregnación de hispanidad, de casticismo verbenero, de sentimiento cañí. En sus notas no hay más pretensiones patrias (alguien dijo que muchas de las veces en que se cita la palabra patria, es porque se piensa cometer o justificar algún asesinato) que las de empujarnos a sujetar a una chulapa por la cintura, luciendo clavel reventón en la solapa, y en cualesquiera de las frecuentes verbenas populares de nuestra piel de toro.

Los suspiros de España saben a pasacalles, a gigantes y cabezudos, a migas, a buñuelos ó a churros con chocolate... Huelen a traca y a pólvora, pero a pólvora festiva, aunque también a ganadería brava tiñendo de rojo el albero...

Quiera Dios que los españoles sigamos suspirando siempre por algunas de estas cosas. 



sábado, 17 de julio de 2010

Chiquito pero grande



Pasaba aquella tarde en la cafetería del Parador de Tordesillas, portátil en ristre, ultimando el contenido de una próxima reunión. 

Con su paso característico, que recuerda al caminar del Parkinson, cruzó el local hasta situarse junto a la mesa de al lado. Al sentarse me saludó cortésmente:
-. ¡Buenas tardes!
-. ¡Buenas tardes!- suelo flojear y no ser particularmente prolijo, en momentos como éste.

Se dirigió a mí nuevamente, poco antes de comenzar a degustar el sandwish que el camarero le había servido:
-. ¿Gusta?
-. ¡Oh, no, gracias!- le dije señalando el mío- aunque lo que sí me encantaría es que accediese a hacerse una foto conmigo, luego...
-. ¡Eso está hecho!

Minutos después me sorprendió su disposición:
-. ¿Para cuando esa foto?
-. ¡Enseguida, voy por la cámara al coche!

Era la segunda vez que me encontraba con este fistro-pecador. La primera fue en el aeropuerto de Barajas y también entonces me dejó con esa sensación que te queda tras conocer a una gran persona... Hasta el punto de resultarme chocante el que se llame Chiquito...

Aún no llamandome yo Lucas, me gustaría volver a verlo otra vez... ¡Por la gloria de mi madre!.

Así está Sabina sin ella


La metáfora es una imagen personal que el poeta tiene de la realidad, y Sabina -y fundamentalmente en esta canción- roza las cumbres de las comparaciones tácitas y del sentido figurado.

"Así estoy yo sin tí" consigue ser una sucesión de imágenes, de esas que -en tan solo un solo vistazo- llegan a expresar el contenido de toda una enciclopedia y alcanzar un valor bursátil muy superior al que tendrían mil palabras.

Todas son personales aunque Sabina, permanentemente a pie de calle y en el escaso tiempo que debe restarle para la introspección, consiguió llenar su infartado cerebro de esa poesía urbana que pareció haber trascendido lo individual, para acabar siendo patrimonio de toda nuestra generación.

Las fotos expuestas en la animación -la que precede a estas palabras- opositan a ser unas metáforas más, en consonancia con las ya consagradas de sus textos animados. En el intento de que lo consiguiesen escogí las que expresaban contrastes tales, que imaginé -más bien fue un deseo- acabarían sedimentando en el ascensor de vuestra melancolía, hasta constituir un poso de fría soledad y desamparo.

Con esta página quise acariciar la poesía de Sabina, asomarme a su universo de princesas urbanas y Magdalenas de burdel; desperezarme en sus noches de ambulancias blancas y jeringuillas en un lavabo, esas muchas, muchísimas noches -quinientas- a las que una pirata, probablemente coja, despojó de la mayoría de sus días. 

Sabina es metáfora aunque también agridulce contradicción, por eso... pongamos que hablo de un santero agnóstico; de un enfermo pegado a ese pitillo que le condujo a ser lo que ahora es: un genial cantautor con figura de sepulturero, una voz que parece pagar un tributo permanente a la cazalla.


Botijos




Algo tan simple, y a la vez tan complicado... Tan simple que su mecanismo conquistó el paradigma de la sencillez; tan complejo que aún habiendo concentrado toda mi atención, cuando me lo explicaron antaño en clase de Física, no creo haberlas tenido todas conmigo a la hora de entenderlo.

Independientemente del como, lo cierto es que el botijo ha sido siempre, en nuestro país y a la manera del toro, no sólo un icono de raza, también de estrato social. Al menos yo siempre quise ver en él lo que otros vieron en el asno: el emblema de nuestro proletariado; la hoz y el martillo de nuestros trabajadores manuales.

Qué duda cabe: fue el primer paso a la hora de ayudarnos a hacer más llevaderas las inclemencias de esta tierra nuestra que se resquebraja con cada estío; mucho después llegaron los pantanos, los polémicos trasvases, las cuestionadas plantas desalinadoras y cuantos remedios nos depare el futuro.

Con ocasión de mi matrimonio -recuerdo que fue el mismo día en que estrenaba estado civil- me inicié en la entusiasta tarea de coleccionarlos. Mi primer botijo fue manchego; me encontraba entonces por la ruta de Don Quijote, recorriendo lugares como Puerto Lápice, El Toboso, Campo de Criptana, etc..., que habrían de ser la antesala de un viaje de novios que se prolongaría después por tierras andaluzas.

Poco a poco fui adquiriendo otros hasta alcanzar una cantidad cercana a la cuarentena, y no por ello los recluyo, más al contrario: los más representativos lucen en una estantería especialmente diseñada para ellos, en el salón.

Este práctico elemento puede ser de todas las formas, colores y tamaños. Lo que le acaba haciendo botijo, al fin y al cabo, son los cuatro elementos que suelen repetirse en todos ellos: la boca (para llenarlo), el pitorro (para beber), el asa (para sujetarlo), y la utilidad (el almacenar agua), aunque esta última condición ha cedido prácticamente todos sus derechos a las intenciones meramente decorativas.

En el término latino "Buttis" y en su diminutivo "butticula" tienen su raíz común todas las denominaciones que hemos venido usando en estas latitudes y con las que designar los recipientes para líquidos. De ahí derivaron "la bota" de cuero, "la bouteille" de los franceses, y el término con el reconocemos a nuestros recipientes de barro, entre otros.

En Toral de los Guzmanes (provincia de León), se encuentra el museo del botijo más representativo de cuantos hay dedicados a este utensilio, en todo el mundo. Ni que decirse tiene que es visita que, desde mi prisma de coleccionista aficionado, considero muy recomendable.



jueves, 15 de julio de 2010

Una predicción olvidada




Aquel día de noviembre de 2.001 regresaba de Toledo y paré en un área de servicios, para repostar gasolina y cafeína...

Prefiero no hacer demasiados comentarios, perjudicarían a la evidencia, el lugar en el que posiblemente resida el "atractivo" de esta instantánea.

La foto que aparece en el frente de esta máquina expendedora de cigarrillos es anterior a la tragedia del 11-S-01. Lo llamativo es que -en sí misma- constituye toda una predicción; lo triste: que aún entonces, meses después de la barbarie, no se preocupasen de retirarla.



miércoles, 14 de julio de 2010

La espicha


El antiguo derecho consuetudinario asturiano ya nos hablaba de ella... La espicha era la comida que acompañaba a la cata del barril de sidra. 

Tradicionalmente el comprador iba probando cada barril, en el lagar, marcando con tiza aquellos cuyo contenido le agradaba y que posteriormente adquiriría.

Con el fin de mitigar las consecuencias derivadas de unas excesivas tasas de alcoholemia en el cliente catador, y el posible engaño por parte de un vendedor que bien podría aprovechar esa circunstancia, dando gato por liebre: se exigía que el productor acompañase la cata con la ofrenda de determinados alimentos.

Hoy las espichas son  fiestas  que se organizan por mil y un motivos: el final de un año empresarial, el de un curso escolar, una fiesta familiar, etc... Las bases siempre giran en torno a estos tres elementos: la sidra, la comida y el lagar.



martes, 13 de julio de 2010

La muerte del Delfín

Molino de agua en Taramundi (Asturias)

Este es uno de los cuentos más bellos que jamás he leído... 

Libro: Cartas desde mi molino 
Autor: Alphonse Daudet

Antes de iniciarlo, y sólo para aquellos que no lo sepan, decir que el Delfín fue, para los franceses, el equivalente a nuestro Príncipe de Asturias, esto es: el heredero de la corona. La Dauphinée es una región ubicada al sureste del país vecino, en las postrimerías de los Alpes, y que comparte con Asturias no solo una complicada orografía, también el privilegio de prestar título a un futuro rey.



LA MUERTE DEL DELFÍN
El pequeño Delfín está enfermo, el pequeño Delfín va a morir... En todas las iglesias del reino el Santo Sacramento permanece expuesto día y noche, y grandes cirios arden permanentemente en pos de la curación del Real Infante.

Las calles de la vieja Residencia están tristes y silenciosas; las campanas ya no suenan, los carruajes van al paso... En los accesos al palacio los burgueses observan, curiosos a través de las verjas, a los Guardas Suizos de doradas panzas conversando, en los patios, con gesto solemne.

Todo el Palacio está consternado... Chambelanes y Mayordomos suben y bajan corriendo las escaleras de mármol... Las galerías están repletas de Pajes y Cortesanos, vestidos de seda, que van de un grupo a otro buscando noticias, en voz baja... Sobre las anchas escalinatas las afligidas Damas de Honor se hacen elaboradas reverencias, mientras secan sus ojos con hermosos pañuelos bordados.

En el Invernadero se han dado cita, en asamblea, multitud de médicos con largas togas. Los vemos, a través de los cristales, agitar sus anchas y negras mangas e inclinar doctoralmente sus pelucas de rulos...

El Gobernador y el Mozo de Cuadras del pequeño Delfín se pasean delante de la puerta, esperando las decisiones de la Facultad. Algunos Pinches de Cocina pasan junto a ellos sin saludarles. El Mozo de Cuadras jura como un pagano, el Gobernador recita versos de Horacio... Y mientras tanto, de allá, del lado de las cuadras, puede oírse un prolongado y lastimero relincho. Es el alazán del pequeño Delfín del que parecen haberse olvidado y quien se agita tristemente ante su comedero vacío.

¿Y el Rey? ¿Adónde está Su Majestad el Rey?... El Rey se encerró en una habitación, a solas, al otro lado del edificio... A las Majestades no les gusta que les vean llorar... Para la reina, es otra cosa... Sentada junto a la cabecera del pequeño Delfín, con su bello rostro bañado en lágrimas, solloza muy alto y en presencia de todos, tal y como haría una verdulera.

En su litera de encajes, el pequeño Delfín, más blanco que los cojines que le dan reposo, mantiene los ojos cerrados. Creemos que duerme; pero no. El pequeño Delfín no duerme... Se vuelve hacia su madre, y al ver que ésta llora, le dice:
- ¿Señora Reina, por qué lloráis? ¿Acaso consideráis seriamente que me voy a morir?
La reina quiere responder. Los sollozos le impiden hablar...
- ¡Ea pues! No lloréis, Señora Reina; olvidáis que soy el Delfín, y que los Delfines no pueden morir así...
La Reina solloza todavía más alto, y el pequeño Delfín comienza a asustarse.
- ¡Venga pues!, dice, no quiero que la muerte venga cogerme, y sabré impedirle que llegue hasta aquí... ¡Que se haga venir sin demora a cuarenta lanceros muy fuertes, y que monten guardia alrededor de nuestra cama!... ¡Que cien gruesos cañones velen noche y día, mecha encendida, bajo nuestras ventanas! Y... ¡Ay de la muerte, si osa acercársenos!


Cuentacuentos
Para complacerlo, la reina hace un signo. Enseguida, podemos oír los gruesos cañones rodando en el patio; y cuarenta grandes lanceros, arma en mano, vienen a situarse alrededor de la cámara. Soneteranos soldadotes, de largos mostachos grises. El pequeño Delfín aplaude viéndolos. Reconoce a uno de ellos y le llama: 
- ¡Lorrain!, ¡Lorrain!
El soldado da un paso hacia la cama:
- Te quiero mucho, mi viejo Lorrain, déjame ver un poco tu gran sable... Si la muerte quisiera llevarme, habríamos de matarla ¿no??
Lorrain responde:
- Sí, mi Señor...
Mientras dos gruesas lágrimas fluyen por sus curtidas mejillas.
 
En ese momento, el capellán se acerca al pequeño Delfín y le habla mucho tiempo en voz baja, mostrándole un crucifijo. El pequeño Delfín le escucha un tanto asombrado. De pronto le interrumpe y dice:
- Comprendo bien lo que usted me cuenta, señor Abad: pero ¿no podría mi amigo Beppo morir en mi lugar, dándole mucho dinero?...
El capellán continúa hablándole en voz baja, el aspecto del pequeño Delfín luce cada vez más contrariado... Cuando el capellán pareció haber terminado, el pequeño Delfín respondió con un largo suspiro:
 
- Todo lo que usted me dice ahora es muy triste, señor Abad; pero una cosa me consuela, y es que allá arriba, en el paraíso de las estrellas, seré todavía el Delfín... Sé que el buen Dios es mi primo y que sabrá tratarme como corresponde a la altura de mi rango.
Luego añade, volviéndose hacia su madre:
- ¡Que me traigan mis más bellos vestidos, mi jubón de armiño blanco y mis escarpines de terciopelo! Quiero hacerme fuerte ante los ángeles y entrar en el paraíso vestido de Delfín.
Por tercera vez, el capellán se inclina hacia el pequeño Delfín y le habla nuevamente en voz baja... En medio de su discurso, el niño le interrumpe con cólera:
- ¿¡Pero entonces, grita, esto de ser Delfín, no sirve absolutamente para nada!?
... Y, sin querer atender a nada más, el pequeño Delfín se vuelve hacia la muralla, y llora amargamente.


lunes, 12 de julio de 2010

Pídeme la luna




Desde el año 1.953 y hasta su muerte, Jenaro Gajardo Vera, un abogado de la localidad chilena de Talca, fue el legítimo propietario de la Luna.

Previamente había publicado tres anuncios en el Diario Oficial, un requisito exigido por la ley chilena y para dar oportunidad de ejercerlo, a quien pudiera tener algún derecho sobre el territorio que se pretendía registrar.

Nadie lo hizo, por lo que Jenaro procedió a inscribir la  luna, como un terreno de su propiedad, en el Conservatorio de Bienes Raíces de Talca y previo pago de 42.000 pesos chilenos de la época. La escritura se oficializó el 25 de septiembre de 1.954, en éstos términos: 

"Jenaro Gajardo Vera, abogado, es dueño del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.475 kilómetros, denominada Luna, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: Norte, Sur, Oriente y Poniente, espacio sideral. Fija su domicilio en calle oriente 1.270 y su estado civil es soltero. Jenaro Gajardo Vera. Carné 1.487.45-K. Talca, 25 de septiembre de 1954."


EL APOLO XI
En el año 1969, antes del alunizaje del Apolo XI, el presidente Richard Nixon envió un comunicado que se hizo llegar al abogado chileno a través de la embajada norteamericana en Santiago. El comunicado decía: 
"Solicito en nombre del pueblo de los Estados Unidos autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece". Richard Nixon, 1969.

A lo que Jenaro Gajardo Vera respondió; 
"En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente". 
Jenaro Gajardo Vera, 1969.


SU LEGADO
Poco antes de morir Jenaro Gajardo dejó su Luna en testamento al pueblo chileno, expresándose de la siguiente manera en una notaría de Santiago de Chile: 
"Dejo a mi pueblo la Luna, llena de amor por sus penas." 
Jenaro Gajardo Vera, 1998.


sábado, 10 de julio de 2010

Matrículas de deshonor





Recuerdo aquella historia, en un sentimiento que aún resultando de la mezcolanza de sensaciones tan antagonicas como la repulsa y la simpatía, no llega ni mucho menos a ser neutro.

Repulsa porque siempre rechazé todas las formas de localismos, regionalismos o nacionalismos, llevadas a extremos. Simpatía porque quiero pensar que algunas veces se justificó en una manifestación del sentido del humor, aunque como todos sabéis, tampoco éste es el más común de los sentidos...

Consciente de que muchos de vosotros no la conoceis, os contaré una historia que nos retrotrae a una época -no han pasado muchos años- en la que en el número de las matriculas de los coches se anteponía el identificativo provincial: 
M, para el caso de Madrid
SA, para Salamanca
O -de Oviedo- para Asturias... 


En Asturias existen 3 ciudades enfrentadas, dos de ellas -las dos primeras- muy particular y enconadamente:
1.- Oviedo: la capital, elegante ciudad administrativa y de servicios.
2.- Gijón: turistica, a la par que industrial, minera y portuaria. Un dato importante para ayudarnos a comprender la rivalidad: Gijón tiene una población considerablemente superior a la de Oviedo.
3.- Avilés: la tercera. Antaño, y coincidiendo con el desarrollismo industrial de la región, importante puerto del cantábrico.

A los habitantes de Gijón, a los que por el hecho de tener litoral se les conoce cariñosa/despectivamente con el nombre de "los del culo muyao" (los del culo mojado) les fastidiaba/molestaba/indignaba el tener que llevar en sus vehículos la "O" de Oviedo. ¡Sólo faltaba eso!, ¡Verse obligados a identificar sus coches con una "O", no siendo ellos "Carbayones"! (apelativo con el que se identifica a los habitantes de Oviedo).

Un buen día vino Dios a verles... fue aquél en el que una resolución permitió la identificación de la matrícula provincial en el idioma autonómico: desde ese momento: 
1.- los vehículos de Orense que antes llevaban OR, pasaron a llevar OU 
2.- y los de Gerona dejaron de ser GE, para ser GI.

¡Que ocasión!... ¡No pocos Gijoneses perdieron su culo muyao para matricular sus coches en Girona!. Algo que también llamó mi atención: algunos "Adelantaos", que así es como se conoce a los habitantes de Avilés, matricularon sus coche con la AV de Ávila...


En fín, parece que lo de recurrir a la matrícula del coche como plataforma en la que poner de manifiesto las inclinaciones, los sentimientos o las preferencias, se tornó dificil con la unificación europea, Dificil sí, aunque no imposible... y si no vean, vean e imaginen el mar de posibilidades...




Las Médulas



En los limites que separan a las provincias de León y Ourense, a caballo entre esas dos comarcas emblemáticas -El Bierzo y Valdeorras- las cuales, al parecer y según rezan las crónicas, un día constituyeron la quinta provincia gallega, se encuentra el precioso paraje de Las Médulas.

Casi podría asegurar que cada vez que se me presenta la ocasión, me asomo al balcon de su inmensidad... ¿Y por qué lo hago?: no lo sé exactamente... quizá sea porque me cautiva el silencio de este valle (muy cerquita de allí un valle recibe precisamente este nombre: "Valle del Silencio"), quizá porque me parece la síntesis perfecta de la Historia, en la que el poder de algunos siempre se fraguó con el sufrimiento de otros..., y quizá -finalmente- por que aun pueden escucharse, forzando el oído, los gritos de aquellos esclavos.

¿Qué son Las Medulas, os preguntareis algunos?... Este paisaje casi lunar fue un día -hace ahora mas de dos mil años- la mayor mina de oro del Imperio Romano. De aquí salieron toneladas de metal amarillo, destinadas a armar legiones...

En este valle trabajaron -a un tiempo- decenas de miles de esclavos, una cifra que no deja de producirme escalofríos cada vez que tengo ocasión de recordarla. Y toda esta miseria, toda esa mugre para poner de manifiesto, también, las magnificencias y la espectacularidad de los conocimientos tecnológicos de la Historia Antigua... Porque quien tiene ocasión de profundizar en los procedimientos de explotación puestos en práctica en este lugar, y por los ingenieros de la época, tiene que sujetarse el refajo....

Merecidamente y hace ahora algunos años, la UNESCO otorgó a Las Médulas la distinción de "Patrimonio de la Humanidad"... Aun así -y es curioso- es mucha la gente que no oyó nunca hablar de ellas...



La Geria




Nos encontramos en La Geria, el lugar que más me cautiva de Lanzarote; y es que mire Ud., a un servidor siempre le sobrecogerán más los frutos del ingenio y del esfuerzo humano, que cualesquiera de los muchos prodigios naturales que engalanan a ésta, la más septentrional de las islas Canarias.

De cualquier modo, se mire por donde se mire, no son estos dos elementos que hayamos de considerar individualmente; para bien o para mal siempre estarán estrechamente relacionados: la naturaleza en sus aislados intentos de crear prodigios con la paleta de la devastación; y el ser humano en el suyo de sobrevivirlos, y no precisamente para contarlos...

El que sucedió aquí: la erupción más importante que se recuerde para el vulcanismo de los últimos 300 años, y a la que debemos la espectacularidad de Timanfaya, nos lo pormenorizaba Don Andrés Hernández Mauricio, el entonces cura de la localidad de Yaiza, en un impresionante relato del que la naturalidad, el pragmatismo y la objetividad no dejan de sorprenderme: Don Andrés no cayó en la tentación de describir el fenómeno como un castigo divino, a pesar de que la profesión, la época y el aislamiento le hubiesen justificado sobradamente.

Más tarde fue otro cura párroco, Don Tomás, quien supo ver el excelente substrato resultante de un suelo ahogado en cenizas y escorias, y empujar a sus feligreses a recomponer sus maltrechas economías a través de la agricultura; una agricultura un tanto particular, no menos espectacular y dura: cada vid, cada higuera, cada melonal han de plantarse en el centro de un enorme orificio, rodeado de una pared semicircular, para resguardarse de la constancia de un viento que, probablemente, sea una de las señas de identidad más llamativas de Lanzarote...

Permitid que me quite el sombrero, en un gesto de admiración por estos dos religiosos y la utilidad de sus apostolados: aún hoy, tres siglos después, siguen constituyendo legión los que resultarían más retrógrados.
 


 

¡Muere, cerdo!




En algunas comarcas, de entre las que por supuesto cabe destacar a la mía, existe un justificado empeño en rescatar a la matanza del cerdo, fundamentalmente en su calidad de festejo aunque también en aras de salvaguardar su ritual de floklore y tradición, del evidente abandono en el que pareció caer con el desarrollo económico de las últimas décadas. 

Me agrada este renacimiento, y no precisamente por que recuerde con simpatía las mañanas de aquellos inviernos de mi infancia, en las que los aterradores alaridos con los que se desangraba un animal resultaban tan madrugadores como el canto del gallo. No echo de menos, obviamente y tampoco, el olor a chamusquina y helecho de aquellas hogueras con las que, a mayores, intentábamos combatir los sabañones consecuentes a las inclemencias de la fría escarcha. 

La matanza del cerdo, aunque cueste admitirlo y por poco estético que resulte, ha sido siempre una de las señas más enraizadas en nuestra identidad de españoles. Sirvan -a guisa de argumento primario- cualesquiera de las muchas expresiones, refranes y dichos con los que nuestra rica lengua se inspira en este animal... En un intento de profundizar en la afirmación iré un poco más allá aseverando que el rito fue, en ocasiones y ancestralmente, un pasaporte que exhibimos, incluso una bandera que enarbolamos...

Los siglos de persecución a los árabes, tras la expulsión decretada por Felipe III; el cruel acoso al que son permanentemente sometidos por parte de la Inquisición y su obligada conversión en la fe, en una época en la que pocos parecían verse totalmente ajenos al lógico mestizaje que cabe esperar de tantos siglos de convivencia, hacen de la matanza del cerdo una ocasión para exhibir, públicamente, tanto la pureza de sangre como la confesión religiosa. 

Por este motivo fue siempre un acto público, que se realizaba en plena calle y al que se solía y suele invitar a familiares y conocidos, no sin cierta algarabía. ¿Qué mejor forma, que la de compartir un bocado de cerdo, para poner de manifiesto el hermetismo de un linaje y la intachable profesión de la fe oficial?. 

De la matanza del cerdo se aprovechaba todo, y no se me detengan esta vez en los andares: se aprovechaba hasta el acto en sí, era una ocasión para el testimonio y la proclamación.


Publicado en la Revista 
"El Pregón Jarandillano"
en diciembre de 2016


sábado, 3 de julio de 2010

E para comer... Lugo




Siempre, desde que en aquel enero de 1.990 tuve la primera ocasión de sentir las inclemencias de su invierno, he asociado a la ciudad de Lugo con la imagen de una buena y guarnecida mesa, apostada junto al reconfortante fuego de una humeante lareira, y os aseguro que no hay excesos de gratuidad en tal fantasía...
1/ En sus costas los mejores puertos pesqueros (Burela, Foz...)
2/ Los más selectos pastos y ganados en sus valles...  
3/ Por otra parte, nos pongamos como nos pongamos, no hay mejor pan que el de Lugo, o no lo hay peor -según se mire- porque tanta calidad no debería ser vilipendiada por los que -como yo- se adornan de un metabolismo agradecido. 
4/ Más recientemente, con la definitiva expansión de los Mencías de la Ribeira Sacra, esta lista de excelencias culinarias consiguió abarcar también a sus caldos.
5/ Y esto sin olvidar el prestigio con el que se coronan algunos de sus artículos gastronómicos, como las patatas, la miel, etc...

En cierta ocasión leí una teoría que, con rotundidad, venía a decirnos que la cornisa Cantábrica es el lugar en el que mejor se come de España y que, a medida que avanzamos desde Galicia al País Vasco (desde el oeste al este), el posible detrimento en la calidad de la materia prima se suple con un mayor culto a la elaboración. No hay materias primas como las gallegas, se las proporcionan sus kilómetros de litoral,  de suaves y extensas laderas, así como la tan obstinada como impuesta resistencia a conservar la esencia de lo rural. Tampoco hay restauradores como los vascos... 

Pues bien, y con la premisa de dar por cierta la teoría, me quedo con Lugo. Por tal motivo, por la inclinación que siempre vine mostrando hacia tal preferencia: el eslogan con el que, de unos años a esta parte, se pretendió dar espaldarazo a la promoción turística de la ciudad -E para comer, Lugo- siempre contó con mis guiños de simpatía. 

Es tal la entrega con la que Lugo nos pone la mesa, que se preocupó incluso de saber quitarla; y es que no sé de mejor paseo, tras de una comida, que el que puede darse por los más de 2 kilómetros del recorrido de su muralla. 

La muralla de Lugo fue construida por los romanos, a finales del siglo III y con el fin de proteger a sus habitantes de los posibles ataques de los bárbaros (la fundación de Lucus Augusti fue anterior).

En el año 460, encontrándose los lucenses en plena celebración de la Pascua, Remismundo y su ejército de Suevos tomaron una ciudad que no pudo ofrecerles resistencia alguna, al encontrarse sus puertas abiertas, de par en par, con motivo de las fiestas. A este desafortunado incidente le debemos la manida expresión "Y nos hicieron la Pascua" con la que expresamos determinados contratiempos. Permítaseme elucubrar jocosamente pensando que, con toda probabilidad, la mencionada cuestión constituya también origen de los famosos "Suevos de Pascua". 

Desde el año 2.000, en mi consideración un poco tarde aunque consuela anteponerlo al nunca, este maravilloso perímetro ostenta el privilegio y asume el mérito de ser Patrimonio de la Humanidad.



Cementerios



Déférence gardée envers Paul Valéry,
Moi, l'humble troubadour, sur lui je renchéris,
Le bon maître me le pardonne,
Et qu'au moins, si ses vers valent mieux que les miens,
Mon cimetière soit plus marin que le sien,
Et n'en déplaise aux autochtones.

(Supplique pour être enterré à la plage de Sète) 
Georges Brassens




Una foto apropiada para estas fechas: corresponde al cementerio de Luarca, uno de los más bellos -si se me admite cementerio como animal de compañía- de cuantos he visto a lo largo de mi vida. Es, y en esto coincido plenamente con los versos de Brassens, uno de esos lugares en los que se podría considerar estar pasando la muerte "de vacaciones".

Brassens quería ser enterrado en la arena de la playa de Sète, su pueblo natal. Recordando el poema de Paul Valéry reivindicó que, ya que los versos de éste eran mejores que los suyos, por contra, y en compensación, su cementerio tenía que ser más marino que el de aquel...

Pues que los dos me perdonen, pero si la divisa con la que se ha de pagar una "sepultura con vistas" es el improperio literario, es obvio que atesoro muchísimos más méritos que cualquiera de ellos...

Y es que aunque la muerte constituya la absoluta carencia de percepción sensorial, el pasotismo más cruel, la anulación de todo sentido crítico, no me negareis que no es lo mismo pasarla en un sitio que en otro...

Pretendemos arrastrar, hasta la muerte, los que fueron nuestros gustos e inquietudes en vida; y sirva la ilustración: ¿Acaso no están en formación las cruces de un cementerio militar? ¿Acaso no son todas iguales, en un intento de uniformarlas?... Según esto, y puesto que me he pasado media vida, cámara en ristre, en pos de una buena vista: no mereceré ni querré menos para mi muerte...




Y a mi enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...

En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.

J.M. Serrat