domingo, 27 de junio de 2010

Publicitar la Fe

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BUS AGNOSTICO A la Iglesia siempre le gustó la publicidad, hasta un punto en el que se podría afirmar que la inventó, mediante el apostolado: tal y como lo conocemos a través de las antiguas escrituras, esto es, el propósito de incrementar la cartera de clientes dando a conocer el producto en nuevos mercados, ¿qué otra cosa hizo sino publicidad?. 

En una reflexión desprovista de condicionantes partidismos admitiríamos que la cruz ha sido la imagen de marca más difundida, el logotipo más identificado y reconocido a lo largo de toda la historia de la humanidad. Tal fue la fuerza de esta campaña del Marketing de las ideas que nunca antes, durante, ni tampoco después, ninguna otra empresa alcanzó a tener tantas y tan fastuosas delegaciones: hasta en el villorio más desangelado asoma el campanario de una iglesia, cuando no son más, erigiéndose como el lugar más destacado por su ubicación y/o por sus dimensiones. 

La llamada que supuso cada liturgia y la seguridad de conseguir el aforo a través de la obligada asistencia, impuesta por mandamiento, han contribuido a mantener a una clientela cuya fidelidad se renueva semanalmente en torno a un púlpito, en el que el Delegado de zona difunde sus eslóganes y desparrama arsenal argumentario. Exprimiendo un poco más el cítrico de esta fabulación, en un intento de conseguir un mayor grado de acidez, podríamos aseverar que a todos controla con la hipoteca que supone el conocimiento previo de sus intimidades, arrancadas en confesión. 

Pero de todos es sabido que un producto debe renovarse con similar dinamismo con el que evoluciona el público o lo hacen su entorno y sus circunstancias. La Iglesia ha incurrido en la vanidad de creerse su propia mentira, la de pertenecer a la dimensión de aquello que, por extraordinario, estaría siempre por encima de las leyes que controlan nuestra cotidianidad. Hace décadas que desde el púlpito puede observarse como crecen las calvas en la capacidad de convocatoria, motivo por el que no resulta de extrañar que sean bienvenidas otras formas de vehiculizar el mensaje.


Lo que sí resultó sorprenderte es que esta vez fuesen los otros, los no creyentes, los que nunca antes habían sentido la visceralidad de contagiar sus convicciones, quienes quisieran promocionar su ideario. En estos días una asociación de ateos se manifestó de una forma un tanto peculiar: 
“Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”.  

Esta publicidad ha paseado en autobús por las calles de nuestra capital; llegó a Madrid, vía Barcelona, aunque la idea original fue exportada desde Londres.     

BUS APOSTOLICO   No hubo de pasar mucho tiempo, casi inmediatamente la iglesia evangélica de Fuenlabrada decidió contraatacar: enseguida pudimos ver otros autobuses, algunos compartiendo línea y recorrido con los anteriores, en los que los mensajes eran otros, bien distintos:
“Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”
“Cuando todos te abandonan Dios permanece contigo”.



LINCE BOREAL  Apenas unas semanas separaron a este del anterior asunto. En esta ocasión no se pretendía el posicionamiento en cuestión de fe, sino reclutar conciencias en contra de la inmediata ampliación de la ley del aborto. Más de 300 vallas publicitarias se han distribuido por la geografía nacional y fueron impresos millones de panfletos conteniendo un idéntico argumento que, cimentado en dos matices erróneos, reavivó intensamente la polémica:
1/ El cachorro de lince que nos presentan no es un lince ibérico, sino boreal, no siendo por tanto un animal en peligro de extinción ni tampoco una especie protegida.
2/ El niño de la foto es un ciudadano hecho y derecho, y lo expreso así para poner todo el énfasis en la protección que le ampara, un asunto sobre el que no existen discrepancias. A la Iglesia y a sus publicistas les viene bien olvidar que la cuestión que se debatió siempre no fue esta, sino la de los derechos de un ser en su etapa embrionaria. Señores,...¡que no es lo mismo un roble que una bellota!. 

Todos somos pro-vida, lo que nos separa -una vez más- es el matiz: algunos lo son siempre, en cualquier circunstancia, caiga quien caiga y por encima de todo... Para ilustrarlo, baste recordar las recientes declaraciones de Benedicto XVI, cuando se le inquirió acerca de la propagación del uso del preservativo en África, en aras de evitar la expansión del SIDA... 

Otros, entre cuyas filas orgullosamente me incluyo, nos plantamos en ser pro-vida digna.


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