lunes, 21 de junio de 2010

Juana... La loca




Tras la muerte de su marido Felipe el Hermoso, Juana sufre un recrudecimiento de sus sentimientos posesivos, enamorándose -más si cabe- de su recuerdo.

Negándose a dar sepultura al descompuesto cuerpo de su esposo, vaga durante meses por las anchuras de Castilla, preñada, acompañando al féretro y seguida de un reducido grupo de escoltas... Huye de toda posibilidad de que se lo arrebaten.

Cuentan las crónicas de la época que al caer la noche busca refugio en las fortalezas, castillos y conventos que va encontrando a su paso. La intensidad de su locura es tal que rechaza aquellos en los que hay monjas, por miedo a que pudiesen seducir a ese difunto que sigue vivo en lo más profundo de su alma y de sus pensamientos.

Las Cortes de Castilla, en un intento de dar solución al patético problema de su Reina y contando con la aquiescencia de su padre, Fernando de Aragón, deciden encerrarla en Tordesillas.

Allí permaneció Juana durante 46 años, y con ella su hija -Catalina- el póstumo fruto de su locura de amor. Tras sus primeros años de encierro, y siendo ya esta una muchachita a punto de estrenar la adolescencia, reciben la primera visita de su otro hijo: Carlos de Gante, quien tomó el relevo en la sucesión a la corona de Castilla.

Consecuencia de esa visita es el balcón en la torre de su cautiverio. Carlos, compadecido por la infancia de su hermana, ordena se abra una ventana que le permitiese asomarse y distraerse viendo jugar a los niños de la villa...

Amigos: Amemos mucho, pero con cordura.



No hay comentarios: