martes, 29 de junio de 2010

Cama y mantel



LAS MESAS DA CASA DO LABREGO ¿Que sería de los viajes, de los que nos resultan impuestos en el ámbito de una cierta actividad profesional, de no existir elementos -como éste de la foto- capaces de zarandear el motor del asombro, de sacarte del autismo funcional en el que te ves inmerso las más de las veces?... En la carencia -imagino- se dejarían hasta el nombre, o cuando menos las aspiraciones, quedándose en meros opositores al tan deslucido como anodino calificativo de "desplazamientos".

Fue en Begonte, un pueblecito de Lugo enclavado en el Concejo de Baamonde, donde descubrí el que considero pudiera ser, con toda probabilidad y los pertinentes permisos de Arzak, Adriá y Cía, el restaurante más seductor del mundo... 

El acervo popular, vehiculizado a través de los sabios consejos que escuchábamos en boca de nuestras abuelas, nos legó la creencia de que a los hombres se les ganó siempre en la cama ó en la mesa... Advierta el lector que el elemento central fue pie de una antigua máquina de coser (Singer, probablemente) y que se consideraba también importante, en el directorio de virtudes de una mujer, el dominio de este arte... 

Según esto, y por favor, que nadie me interprete fuera de contexto -quede todo en jocosa sugerencia- propongo se estudie la necesidad de incluir, entre los aperos que han de constituir todo ajuar que se precie, este curioso elemento...

En un mueble tal adquiría especial significado toda la jerga del preapareamiento que se obstina en confundir, más bien en solapar, el sexo con la gastronomía... Frases como: "Estás buenísima!", "Para tomar pan y mojar!", "Para comerte!"; y metáforas como "Boquita de fresa ó de piñón" o "Piel de melocotón"... contarían con un -probablemente innecesario- espaldarazo de justificación.

En el inoportuno momento en el que el cartero llamaba a su puerta... ¡Lo que hubiera dado Jack Nicholson por una mesa así...!


RESTAURANTE DE KARLOS ARGUIÑANO (ZARAUZ) Al abordar la relación existente entre el sexo y la gastronomía, recordé estas imágenes que adornan las paredes de la barra del restaurante de Karlos Arguiñano, en Zarauz (Guipúzcoa)...



Creo que él, en su elocuencia mediática y con la inocencia del pinche que nunca rompió un plato, las definiría mejor que yo con un: "Rico, rico, rico..."

TORRE DE VILLADEMOROS (ASTURIAS) Y ya que hablamos de camas, permitidme una puntual referencia a aquella de la que conservo el recuerdo del que, posiblemente, fue mi más dulce despertar: aquella mañana aparqué a Morfeo en una supuesta doble fila, mientras me dejaba acunar por el espumoso azul de las olas de un mar Cantábrico, al que podía asomarme, perezoso, desde el ventanal de mi cabecero.


Recomiendo encarecidamente este establecimiento del que comento un atractivo más: el tesoro que conserva en su jardín y que justifica por sí solo cualquier visita; una torre de vigilancia romana, perfectamente conservada...


La Torre de Villademoros, en Cadavedo (Asturias), forma parte de un muy selecto grupo de alojamientos rurales: el de las "Casonas" asturianas. 


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